miércoles, 23 de julio de 2008

Chosica por primera vez

Mayo 7 de 2008

Era mi cumpleaños y sin nada mejor que hacer esa mañana, cogí la bicicleta y empecé a pedalear para hacer unos recados que me había encargado mi esposa y de paso dar una vuelta por ahí. Pero me entusiasme, olvide por completo los recados (menudo olvido!) y seguí pedaleando rumbo a la carretera central.

El día recién comenzaba, con mi casco reglamentario nuevo y reluciente, la bicicleta y toda la parafernalia del ciclista de ruta impecables también, iba pedaleando por la Av. Prolongación Javier Prado; poco mas allá del estadio Monumental. Cerca al desvío a las ruinas de Puruchuco, al pasar junto a un sereno de la municipalidad de Ate; este, suponiéndose gracioso o tratando de lucirse ante alguien, me grita:

- “Compro bicicleta!”

Solo alcance a responderle, sin siquiera voltear:

- “Te la cambio por tu hermana!”

El trafico por la carretera, en el tramo comprendido entre Puruchuco y el desvío de la Av. Ramiro Priale es infernal, entre los vehículos impera la ley de la selva, y claro; una bicicleta no infunde mucho respeto en esas condiciones; esquivo las combis y moto taxis de la mejor manera posible, los buses y camiones son otra cosa; sus espejos laterales altos y salientes van en pos de mi necia cabeza como guadañas en busca de un trofeo. Voy a media velocidad, suficientemente pegado a la derecha como para que no me pase por encima algún descomunal y ancho camión que lleva maquinaria pesada a las minas de la sierra.

Cerca de la municipalidad de Ate, sin necesidad de voltear, presiento la peligrosa proximidad de una combi por mi izquierda que sigue acortando distancia, de pronto; un paisano atiborrado con unos 27 coloridos y dispares paquetes (si, los conté) salta a la pista delante mío!; salta en esa muy estrecha franja de vida por la que pedaleo entre el trafico que me acorrala por la izquierda y los kioscos y ambulantes que me bloquean cualquier escape, en caso de emergencia, por la derecha. El tipo me mira e ignorándonos totalmente a mí y a mi frágil vehiculo, como si yo fuese algo así como una imagen holográfica que, proyectada por ahí, puede simplemente desmaterializarse al contacto físico o solo con el pensamiento; él ha saltado frente a mí para hacerle señas a un bus. No hay tiempo para nada; si freno la inevitable colisión hará que ambos terminemos bajo las ruedas de la combi… ni modo!; agacho la cabeza para protegerme del impacto con el casco, abro los codos para resguardar las costillas y pedaleo duro, piso los pedales con todo el peso de mi cuerpo y toda la rapidez que mis piernas me permiten; siento el golpe en mi hombro derecho que ha impactado de pleno en el pecho del hombre, el impacto es fuerte, es fuerte pero fugaz, no altera mi curso ni equilibrio, el imprudente hombre cae sentado en la acera rodeado de sus condenados paquetitos que aun no terminan de llover por toda el área. No me detengo, para que? No creo que este de humor para comprender que en realidad si hubiera frenado podríamos haber muerto los dos, así que después de todo… se puede decir que le salve la vida!

La batalla por la supervivencia en el caótico transito continua; los ojos alertas, las manos firmes en el timón, las piernas impulsando con energía mi monoplaza y… y el celular zumbando en mi bolsillo!.. Diablos, justo ahora, quien será?

- alo?
- Feliz cumpleaños!
- Hola Pilar, gracias por acordarte
- Y como la estas pasando?
- pues… literalmente “de novela”
- donde estas?
- saliendo de Lima, bueno eso intento
- te vas de viaje?
- no, solo estoy pedaleando rumbo a Chaclacayo
- en bicicleta?... aaaasu!

Después de Huaycan, el transito es mas suave y la carretera mas amplia; es un alivio pedalear así, tranquilo y sin mayor novedad hasta la entrada a Chaclacayo donde hay una pequeña cuesta que… demonios! Me olvide que traía instalado el juego de piñones “para uso urbano” que son una delicia para correr, pero por ser pequeños y dar una relación muy alta con respecto a la catalina, requieren mayor esfuerzo y por lo tanto no son precisamente lo mas recomendable para trepar. Normalmente esa pequeña cuesta no seria problema, pero después de mas de 25 kilómetros de pedaleo sin parar, la mitad de los cuales luchando por mi vida…

En fin, llegue al parque principal de Chaclacayo con un tiempo exacto de 1:30 horas desde mi casa, bastante cansado entre en una bodega para reponer líquidos, y luego de descansar unos 15 minutos me disponía a volver a Lima cuando ví pasar, en transito hacia Chosica, a otro ciclotransportado exhibiendo toda la clásica parafernalia del ciclista de ruta (casco, lentes ámbar, guantes, polo de color llamativo para que lo vean los automovilistas, short de licra, etc.). Como parecía ser bastante experimentado se me ocurrió seguirlo para estudiar su técnica de ascenso, así que subí nuevamente a mi monoplaza y me mantuve pedaleando a su ritmo (que no era precisamente el mío) a unos 100 metros detrás de el.

A las puertas de chosica, a la altura de la quebrada de San Antonio del Pedregal, hay un badén para el paso del huaico seguido de una pendiente, cortita pero muy pronunciada, las piernas ya no me daban y los piñones pequeños no me ayudaban en nada; pero me resultaba poco honorable abandonar ahí, a tan pocos pasos de la plaza de armas de chosica, así que seguí pedaleando, con lagrimas en los ojos pero seguí hasta la plaza de armas... al llegar y detenerme no podía bajarme de la bicicleta, me dio calambre en ambas piernas y solo atine a recostarme contra un poste por el cual pude “Chorrearme” hasta el piso donde quede sentado por espacio de 20 minutos en total estado de extenuación.

Medio recuperado pero con las piernas aun temblorosas, me fui a dar un breve recorrido por el pueblo; hacia tiempo que no visitaba sus calles, su legendario puente… el puente!, pobre puente! Esa hermosa obra de ingeniería y emblema histórico de Chosica, esta literalmente hundido en una especie de mercadillo que lo ahoga en un laberinto de kioscos, anuncios y planchas de triplay… que lastima, que pena, y que vergüenza!, realmente se me quitaron las ganas de seguir paseando,. Y después estos alcaldes tienen la cara para lanzarse a la 3ra, 4ta y hasta 5ta reelección!

Hora de retornar; en fin, todo el trayecto es de bajada así que no hay problema. Bueno eso fue lo que pensé, pero… saliendo de Chosica empezó a soplar un muy fuerte viento en contra, que me obligo a pedalear duro todo el regreso hasta Vitarte. El viento era tan fuerte que aun estando en bajada, si dejaba de pedalear en la bicicleta, esta se detenía totalmente; sin contar, y digo “sin contar” pues me fue imposible llevar la cuenta de la cantidad de bolsas, periódicos y demás desperdicios que mi invisible enemigo me arrojaba en la cara durante todo el trayecto. Tampoco pude llevar la cuenta del número de huecos en que me metí, segado por las nubes de polvo que se me introducían en los ojos. La próxima vez, antes de retornar, sacrifico un carnero en honor a Eolo en plaza publica aunque me crean loco.

Llegando a vitarte el cruel viento amaina pero sede su lugar a las aun más crueles combis y sus temerarias imprudencias. En este sector la carretera es muy estrecha y no hay un mínimo espacio libre de salvación entre el asfalto y la acera; bastaría un leve rose con un vehiculo para terminar como “Graffiti” pintado a sangre y hierro en alguna fachada de los innumerables talleres informales de pirotecnia que están al borde de la carretera. Es aquí cuando descubro una técnica eficaz para repeler las acometidas de los motorizados; cada vez que alguien se aproxima demasiado (aunque no lo crean muchos lo hacen a propósito); un fuerte manotazo en el espejo lateral del agresor soluciona el problema. Al salir de Vitarte tenía la palma de la mano izquierda totalmente enrojecida.

Aliviado, pedaleo nuevamente por las inmediaciones del estadio Monumental y rumbo a casa (aun me faltan 8 km. en subida para llegar hasta Sol de La Molina) voy haciendo un recuento mental de la travesía, por que me había cansado tanto?, las cosas que debo corregir para mejorar mi rendimiento, el ritmo mas lento, el juego de piñones apropiado, la mochila mas ligera… La Mochila!, demonios, como lo olvide!, el encargo de mi mujer… si por eso salí de casa!… he pedaleado todo el recorrido cargando con 4 Kg. de ropa sucia en la espalda que debía haber dejado en la lavandería!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena la historia

Bruno Sandoval C
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