jueves, 24 de diciembre de 2009

Redescubriendo el Qapaq Ñan




Diciembre 20 de 2009
(La Molina – Sisicaya – Nieve Nieve – La Molina)


Habíamos salido tarde para variar; además la primera pinchadura ocurrió a escasos 100 metros de la partida y Dubert fue el agraciado. Uhmmm… la cosa no se pinta bien, sobre todo con la cantidad de advertencias que habíamos recibido, y leído, sobre la imposibilidad de pasar por el camino Inka en bicicleta, según algunas versiones ni siquiera se podía unir Sisicaya y Nieve Nieve a pie… yo ya había echado un vistazo, hace quince días, en el tramo de Nieve Nieve y la verdad es que fácil… fácil, no se veía.

Sin embargo Daniel, Dubert, Edgard, Gerson, Juan, Víctor y Yo; pensábamos averiguar hoy si era cierto eso

En Río Seco, primera parada de reaprovisionamiento, encontramos a un pata y dos chicas esperando bus para ir a Sisicaya, a brindar un espectáculo navideño para los niños. Como mostraron interés por las bicicletas; Dubert mostró interés por ellos y los lleno de stickers de “CicloTrebud” y demás publicidad Dubertiana, recibiendo a cambio y por toda retribución, el email de las chicas… (Provecho!)

Algunos kilómetros mas adelante, y frente a Balconcillo de la Palma, con la imponente vista del camino Inka sobre nuestras cabezas…

- Que?, por ahí arriba piensan regresar?
- Si Edgar, por ahí vamos a regresar
- Pero, estas seguro que por ahí vamos a regresar
– añadió Víctor señalando desde la carretera, a la delgada línea gris del camino Inka, que discurre por las alturas de los acantilados entre Sisicaya y Cieneguilla
- Si, Por ahí!... que? Nadie leyó el correo y la convocatoria donde decía “Solo para locos, suicidas o inmortales”?
- uhmmm, No Carlos,
- contesto Víctor – yo solo ví que tu y Gerson convocaban, y… vine!
- Y tu Edgard, la leíste?
- No, yo tampoco, a mi me invitó Gerson…
- Juan, y tu?
- a mi me aviso Edgard
- Y tu Daniel?
- uhmm…cual convocatoria?
- Tu si la leíste, no Dubert?
- Si, claro! Y la reenvié a unos 100 contactos, pero… nadie me respondió!
- uhmm, seguramente ellos si la leyeron!

Bueno, al menos 3 de los 7 si sabíamos a que veníamos; no esta mal. Algunos otros retrasos nos sacaron totalmente de programa y para cuando llegamos a Sisicaya ya eran cerca de la 1:00 p.m. Ahora era solo cuestión de encontrar un acceso al camino Inka que discurría a nuestra vista y nivel, a tiro de piedra, pero detrás de propiedad privada.

Para empezar la aventura; primero tanteamos por el cementerio a la salida del pueblo… nada! No hay pase posible, la quebrada San José nos corta el paso. Luego, mientras los demás nos esperaban en la carretera parchando los agujeros #2 y #3 de la bicicleta de Dubert, Edgard y yo, nos internamos por las inmediaciones del fundo Santa Leocadia, donde encontramos a una tan amable como habladora señora que…

- Pero piensan pasar con bicicleta por ahí?... no, no van a poder, eso es solo para pasar a pie y ahora esta bloqueado, no esta libre como cuando yo era joven, y no había transporte por estas rutas como ahora, y me iba por ahí con mi abuelita, hasta Chontay, pero ahora no se puede pasar y menos con bicicleta. No, yo no puedo dejarlos pasar con bicicleta, es peligroso, además el único pase posible es por ese camino de tunas, porque el resto ya esta todo cercado por un señor que ni siquiera es del pueblo y se viene con unas ínfulas!...Uds. lo que deberían de hacer es pedir en la asamblea comunal que el pueblo arregle ese camino, para que puedan pasar, pero a pie y no en bicicleta, porque es peligroso. Ya les conté que cuando yo era joven pasaba por ahí con mi abuelita?, porque antes no había transporte…
- Si, Si señora gracias, pero Ud., cree que se pueda pasar por la quebrada Canturia?
- ah, seguramente, porque ahí el camino esta mas limpio, si yo me acuerdo que cuando era joven y no había transporte, pasaba por ahí con mi abuelita… Ya les conté eso?
- Ok. Gracias!

Ni modo, a retornar un tramo hasta el puente Canturillas (es curioso; la quebrada se llama “Canturia” y el puente; “Canturillas”), donde esperamos a Edgard que parchara los agujeros #4 y #5 de su llanta gracias al camino de tunas de la señora. Mientras tanto una chica que pasaba por la carretera nos dijo:

- pero por ahí no se puede pasar en bicicleta!, ni siquiera a pie, esta interrumpido.
- No importa solo queremos “Mirar”
- Bueno, vayan hasta la casa blanca, doblen a la derecha y de ahí suben de frente al cerro.
- Gracias!

Otra vez todos reunidos enrumbamos a la casa blanca, para pedir pase al camino Inka donde el propietario nos recibe con…

- pero en bicicleta no se puede pasar por ahí, no, yo no puedo dejarlos pasar en bicicleta, es peligroso. además el camino esta interrumpido no se puede llegar a Nieve Nieve ni siquiera a pie.
- uhmm.. pero solo queremos mirar un poco, para regresar a pie otro día…
- Bueno, si es así, solo para mirar y vuelven… pasen!

Jejeje, hasta ahora debe estar esperando a que volvamos!. La verdad es que los primeros metros en la falda del cerro se veían mal; algunos derrumbes de piedra grande nos ponen otra vez en la modalidad de “Cargatucleta.com”; dos de nosotros abandonan el grupo y nos acompañan solo visual y moralmente desde la carretera, mientras Dubert parcha la pinchadura #6 en su monoplaza, en la primeras rodadas sobre el Qapaq Ñan bastante pasadas las 2:00 p.m.

Vamos todos pedaleando en fila india; Daniel, que siempre le pone entusiasmo a la ruta, se adelanta para explorar; mientras Gerson va filmando la ruta con la cámara de Juan, que se traga las pilas propias y ajenas como si fueran bocadillos, en tanto que Dubert, detrás mío y cerrando el convoy, va silbando la tonada de “al fondo hay sitio”.

Una vez que empezamos a remontar en las alturas de los acantilados; el camino mejora, con un ancho de timón y medio en las zonas amplias y solo de un timón en las estrechas, se discurre con relativa facilidad, y panorámica de cóndor, a unos cien metros de altura por la rocosa pared vertical de la margen derecha del río Lurin. La experiencia es única; rodar a fuerza de pedal, haciendo equilibro sobre dos ruedas, por la sinuosa cicatriz prehispánica en el pecho de los Apus, con la pared de roca empujando sobre el codo derecho y el abismo jalando bajo la rodilla izquierda; en un serpenteo ciego, sin saber si aun hay camino a la vuelta de cada recodo, es… como se podría describir?... uhmmm… Aputamadrante!

Si, es peligroso (sino no lo haríamos jejeje), pero no es tan difícil como parece y salvo un par de derrumbes y una fuerte y escabrosa, pero corta trepada y consecuente bajada, con naves al hombro; el camino esta completo, no hay interrupción notable o al menos insalvable. Empiezo a creer que todos aquellos que decían que no se puede; es por que sencillamente… no lo han recorrido, solo han escuchado decir a alguien, (que tampoco lo ha recorrido), que el camino estaba interrumpido y lo seguirán repitiendo así hasta el fin de los tiempos. Fue una experiencia bonita pero corta, como ya dije la vista es impresionante pero esos 2.5 Km. de Qapaq Ñan se me quedaron en el diente, o mejor dicho en la punta del pedal!

Hablando de diente; la jornada ha sido algo exigente y hay que reponer energías; nuevamente los siete reunidos en Nieve Nieve, pasamos revista y tenedor al menú de “Don Cesar”. Aquí se retiran tres expedicionarios por razones de agenda, pero la historia no termina; aunque es demasiado tarde para intentar el segundo tramo del Qapaq Ñan (Nieve Nieve – Chontay), los restantes nos fuimos a explorar las ruina cercanas; en busca de nuevas rutas y misterios, mientras Juan juguetea con una calavera a la que le ha puesto sus lentes y casco, y Gerson explora la red de pasajes subterráneos de la quebrada.

Hora y media después de un descenso a buen ritmo por todo lo andado; con aspecto de náufragos y seguramente irreconocibles, estamos sentados en el suelo, a la puerta del minimarket de Cieneguilla rehidratándonos; primero se nos acerca un lugareño que al ver a Dubert le dice:

- pero que pecado han cometido?, porque se maltratan así? deberían pasear en auto, así se van a maltratar lo riñones

Nuestro eventual interlocutor no se había retirado aun cuando una señora, bastante educada, que asumo pertenecería a la misma promoción que yo, o en el mejor de los casos a la de Dubert, nos dijo:

- Chicos, mejor ya vallanse, esta bajando la niebla y se van a resfriar

Si, definitivamente estábamos irreconocibles porque eso de “Chicos”… En Juan y Daniel podría pasar, pero en Gerson, Dubert y peor aun; Yo… me hizo recordar ese viejo chiste de;

“… serás enano, serás lampiño,
Pero esas “cosas” no son de niño”

Ya solo con el fin de terminar la sesión de Cicloflagelo correspondiente a la fecha, emprendimos el ascenso por el serpentín de Cieneguilla al caer la noche… otra vez un buen samaritano nos detiene para hacernos recapacitar sobre la burrada que hacemos, como siempre se lo agradecemos y seguimos pedaleando… casi al coronar recorrimos un par de tramos a pie.. el pretexto fue que había mucho transito, la verdades que… ya me había cansado!
Ver el video AQUI
(cortesia de Keniro.com)

Para ver mas detalles y ficha tecnica de la ruta:
(Click Aqui)


NOTA:- Esta ruta es bastante peligrosa, no quiero tener una docena de desbarrancados en mi conciencia, a si que mejor… “Niños; no intenten esto en casa”… y si lo intentan, es bajo su propia responsabilidad y bien advertidos… (Ahora si, ya me lave las manos, ya pueden sacarse la m… a discreción.)



Texto y fotos : © Carlos García Granthon
Todos los derechos reservados

lunes, 23 de noviembre de 2009

Las Lechuzas del Sol y la Luna

Noviembre 18 de 2009
(La Molina – Pachacamac – La Molina)

A poco de haber dirigido ruedas, en un tercer intento, para encontrar la esquiva Cueva Prieta; en plena ruta nos llamo la atención un letrero recién pintado del INC, que decía:


“ Zona Arqueológica, quebrada del Sol y la Luna”

... uhmmm, esto no lo había visto antes, y por que se llamara así?...



- Gerson; mira, allá arriba en el cerro; hay pinturas rupestres con un sol y una luna
- Mas parecen el Apra y el Fredemo
- En realidad parecen una luna y una estrella…
- Vamos a ver?
- Vamos! (ya ví que otra vez nos quedamos sin ir a “Descubrir” Cueva Prieta)

Bicicletas al piso y manos al cerro, en medio de las interesantes y caprichosas formaciones rocosas de la zona, trepamos hasta las pinturas rupestres que algún escatocefalo ya se preocupó en dañar con groseros grafitis de burdo contenido alienígena. (seguramente fue victima de alguna abducción y los marcianos le chuparon el cerebro)

Cuando ya nos disponíamos a retomar nuestra ruta original, suena el celular de Gerson; es Daniel, esta cerca, dice que lo esperemos para ir a Cueva Prieta… Ok, mientras llega, porque si esta cerca, no?, Gerson , solo para hacer tiempo, revienta su llanta posterior con una doble mordida contra el borde de una escalera de cemento.

Reparado el percance y vagando por el valle, mientras seguimos esperando a Daniel, observamos un sendero casi imperceptible que se interna en una quebrada… Parece interesante pero… cuando será el día que salga a pedalear y no termine trepando un cerro con la bicicleta al hombro!, en fin, mientras seguimos esperando a Daniel, que ha jurado sobre la Biblia que sí esta cerca, trepamos unos doscientos metros por la quebrada, Gerson se adelanta y… mira, una cueva!

Un calcinado cráneo canino nos da la bienvenida, metros mas allá, en la entrada de la cueva, una gran cantidad de regurgitaciones de lechuza (pequeños restos óseos de roedores) nos indican que la caverna esta habitada. Pero hay un problema; una gran roca obstruye el paso, solo hay dos maneras de ingresar (mientras esperamos a Daniel), escalándola o rampando por una estrecha rendija debajo de la mole. La foto adjunta grafica claramente cual fue nuestra elección. (Es aquí cuando inventamos la Cicloespeleologia).

Ya dentro, en la primera cámara, que es mas bien una mezanine, nos reciben una pareja de lechuzas de Campanario, Tyto Alba (“Tito” para los amigos). Y como se yo que son lechuzas y no búhos?; pues tuve que consultar con una ornitóloga (Gracias Marly!). y si son “de campanario” que hacen en una cueva?. No se, supongo que son discípulos de Diógenes o tal vez victimas de persecución política o xenofobia por parte de los gallinazos, que han invadido los pocos campanarios que quedan en Lima.

Extrañamente hallamos también un buen cabo de cuerda de alpinista, de varios metros, pendiendo del techo de la cueva, cuerda de buena manufactura, de esas que uno no dejaría abandonada por allí, pero que el moho que la cubre acredita una permanencia en el lugar equivalente a varias generaciones de lechuzas… será que no todos lo huesos que reposan en el lugar son de animales silvestres?

Hicimos algunas fotos, (mientras seguimos esperando a Daniel), nos despedimos de las lechuzas, murciélagos, vampiros, serpientes, arañas y cuanta alimaña nos contesto el saludo, a su manera, desde las obscuras profundidades de las entrañas de la montaña.

Haciendo un paréntesis en el relato (para dar tiempo a que se cumpla la profecía y llegue Daniel) notaran que no soy muy preciso en cuanto a la ubicación exacta de la cueva. Si, es intencional, hay que dejar en paz a las pobres lechuzas (Tyto Alba y señora), nosotros ya las molestamos bastante ese día, como para mandarles cuarenta curiosos a pedales la próxima semana.

Una breve sesión de DH de por medio y de nuevo en la carretera, es hora de… esperar a Daniel! Que se toma aun buenos minutos mas en aparecer…

- ya, vamos a cueva prieta?
- Daniel, ya es casi medio día, es muy tarde
- Pero es que tengo que hacer un trabajo sobre el potencial turístico…
- Vamos a Pachacamac, comemos algo y hablamos

Luego de algunas vueltas al pedal y otras al pollo a la brasa, evaluamos la situación; efectivamente es muy tarde para enrumbar a Cueva Prieta, estoy empezando a sospechar que si no la encontramos este año, va a terminar convertida en una leyenda urbana, algo así como el tesoro de Catalina Huanca. Bueno, pero Daniel tiene que hacer su trabajo sobre el potencial… uhmmm… se me ocurre algo:

- Vamos a buscar el Manantial de la Juventud!, esta cerca, conozco la ruta, aunque nunca he ido al manantial (se nota?) .
- Además –
añadió Gerson - le prestamos a Daniel las fotos de las pinturas rupestres, las lechuzas y listo; ya aprobó!

Tras explorar algunas rutas y transgredir un monasterio a fuerza de pedal, llegamos al cerro Pan de Azúcar. El paso al manantial cerrado a primera intención, pero abierto a segunda insistencia, nos franquea el camino a una ruta pedregosa que circundando el cerro nos lleva a los pies de “La Roca de los Enamorados”… si, otra vez a trepar el cerro con la bicicleta al hombro, creo voy a formar un nuevo grupo de ciclismo; “cargatucleta.com”

Un par de chicas estudiantes de turismo nos siguen en la trepada, Daniel se olvida de su trabajo y se ofrece de anfitrión, instructor de ciclismo, cicerone, guía de alta montaña, auxilio mecánico, narrador de cuentos y lo que se ofrezca, finalmente, y no sin mucho esfuerzo, consigue los nombres, teléfonos, email y hasta DNI de las chicas.

Con el manantial de la juventud todavía en la lista de pendientes; proseguimos pedaleando en modo anfibio, a contracorriente, entre cañaverales, por el cauce de un canal de regadío que si trae agua, agua supuestamente del manantial. Aquí es donde pinché un llanta y descubrí que no solo esta tenia hueco; también mi mochila lucia una perforación, una lo suficientemente grande para dejar escapar mi celular… mi celular! tamare!. Como ya dije y advertí por otros conductos; si alguien recibe alguna llamada de una lechuza a media noche… no se asusten, solo pregúntenle por favor si aun tengo saldo.

En cuanto a la fuente de la juventud, pues… si es que le renueva la vitalidad a alguien; será al los mosquitos que la habitan, de eso puedo dar fe.

Ya pasadas las 5:00 p.m. iniciamos el ascenso del serpentín de Cieneguilla; Gerson, en un acto de fría y calculada revancha por los pasados sucesos de Chosica, nos sorprende y lo trepa en 40 minutos sin poner pie en el suelo… a Daniel y a mi nos tomo un poquito mas de tiempo… solo un poquito mas….




Ver video de la jornada AQUI (Cortesia de keniro.com)






Texto y Fotos: © Carlos García Granthon
Todos los derechos reservados

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Tres rutas en una


Octubre 25 de 2009
(La Molina – Surco - San Juan de Miraflores - Villa Maria del Triumfo - Manchay – Cardal – El Prado - El Manzano – Pueblo Viejo - Pachacamac – Cieneguilla –La Molina)

Cuando recibí la invitación de Dubert (http://www.rodandoperu.com/), me di cuenta que, sin salir de Lima en realidad, la propuesta era una de esas rutas maratónicas en las que se encuentra de todo un poco y se deja un poco de todo en el camino… uhmmm… no, esta no me la pierdo!

Ese domingo salí de La Molina a las 6:00 a.m. y en cuestión de treinta minutos de pedaleo, vía Javier Prado y la Panamericana Sur, ya estaba en el puente Atocongo; puerta de entrada a San Juan de Miraflores y punto de encuentro para los conjurados. Poco a poco van llegando los convocados, primero Juan, depuse Dubert, Pedro, David que fungiría de guía, y otro par de buenos ciclistas mas con los que completamos el numero para la partida.

Las primeras vueltas de rueda las damos bastante cerca de las 8:00 a.m. y el primer tramo lo recorremos internándonos en San Juan de Miraflores, paralelos a la vía del inefable tren eléctrico, luego tomamos por “Pista Nueva” que de “nuevo” solo tiene… huecos, si nuevos huecos que se suman a los viejos huecos. Ya en Villa Maria del Triunfo empieza una moderada trepada hasta el mercado, cerca al cementerio, donde nos reaprovisionamos y preparamos para el primer ascenso del día.

Por un costado del cementerio y siguiendo las muy empinadas calles que nos llevan por la quebrada de Santa Maria, hasta las cumbres de los cerros, después de mucho pedaleo y sudor, coronamos el abra que comunica el cono sur de la ciudad con la pampa de Manchay en el este. Desde la cumbre, de frente y hacia abajo, se divisa a nuestros pies las no muy escasas manifestaciones epigonales del desorden urbano de Manchay que cada vez se adentra más en las quebradas adyacentes. También, y a nuestra izquierda y nivel, una trocha carrozable afirmada en plena construcción, a base de trabajo voluntario comunal, se va abriendo paso desde Villa Maria del Triunfo, por entre las cumbres, con rumbo a La Molina.

Retomando la aventura nos dirigimos hacia el sur, siguiendo los senderos de herradura en las cumbres de las lomas de Atocongo. Al comenzar el descenso por entre improvisadas chacras en medio de la vegetación silvestre; una señora, que opacaba en ladridos a sus tres perros, nos corta el paso y piedra en mano nos conmina a no pasar por “su propiedad”. (Es curiosa la ambigüedad con la que se maneja el vocablo “Propiedad privada” en las invasiones). Sin mayor animo de discutir, esquivar piedras o poner a prueba nuestros cascos; tomamos por saludable alternativa una trocha carrozable que nos lleva a las profundidades de las quebrada, en medio de un sinnúmero de grises pircas que cercan y dividen cada rincón de la vegetación de estas lomas en vías ya de marchitarse tanto por la estación como por la invasión

Un par de alocados y pronunciados descensos sobre piedra suelta y arena nos ponen a rodar sobre la Pampa de Manchay y su pista asfaltada, bajo el sol de medio día. Si en este punto yo hubiera tomado hacia el norte por la pampa, en breve hubiera llegado a mi casa y cerrado un circulo que unía los conos este y sur de lima circunpedaleando los cerros Colorado, Centinela, San Francisco, Mina, Arbolito, Retamal y Tres Cumbres pero…. Dubert quería conocer Pueblo Viejo y… aun es temprano!

Rodando al sur por el valle, cruzamos el río Lurin, y en un alarde poco sensato de buen estado físico, recorremos los tres circuitos de DH y XC. Primero el Cardal; luego el Prado, donde una nube de polvo que se alza algunos metros delante mío, marca el lugar donde Juan se da un buen porrazo, y deja algo de sangre, piel y fibra sobre el circuito. Al reagruparnos, dos de los ciclistas del grupo ponen un “hasta aquí nomás” y dan media vuelta. Finalmente vendría El Manzano que sin mayor percance nos pone a los 5 restantes a las puertas del Santuario del Amancay. Aquí viene el segundo ascenso; hasta pueblo viejo, en el que Pedro se rezaga y enrumba hacia Pachacamac para esperarnos allí.

Rato después y satisfecha a curiosidad de Dubert, en Pueblo Viejo, enrumbamos hacia Pachacamac, donde buscando a Pedro encontramos a… Miguel! Que había ido acompañando al grupo de MTB Riders, llevando algunos novatos en su primera salida y que precisamente estaban almorzando en la plaza, frente a donde nos esperaba… Pedro!, quien finalmente se regreso con el grupo de Miguel, vía la Panamericana Sur. Se entiende?, no?... bueno, el asunto es que quedamos solo 4 ciclistas del grupo inicial; David, Dubert, el magullado Juan y Yo.

Luego de un no muy recomendable lomo saltado, retomamos los pedales; el cansancio ya se va sintiendo y el ascenso por el valle, desde Pachacamac hasta Cieneguilla se hace un poco pesado; al ovalo de cieneguilla llegamos sobre las 5:30 p.m. Viene el tercer y ultimo ascenso; el serpentín de Cieneguilla. En estas circunstancias y después de 11 horas sobre mi monoplaza; me toma 50 minutos alcanzar la cumbre; al marciano de Juan le tomo solo 25, a pesar de estar medio magullado. Estoy empezando a sospechar que ese extraño brebaje que ingiere de vez en cuando (Leche con Coca Cola) tiene propiedades antigravitatorias.

Me despedí del grupo, al pasar por mi casa en La Molina, cerca de las 7:00 p.m. por fin había cerrado el círculo, aunque más que circulo parecía un ocho…

Texto y fotos: © Carlos García Granthon
Todos los derechos reservados

martes, 3 de noviembre de 2009

Balcones y Leyendas de Canchacalla

Noviembre 01 de 2009
(Lima – Chosica) – Bus a Canchacaya – (Canchacalla – Curimacas – Canchacalla – Chosica – Lima)



Criiiiick cracrunch, criiiiick cracrunch, criiiiick cracrunch, es el endemoniado, seco, e irritante ruidito, que cual grito de agonía de mil pericotes de opereta, emana de la cadena de transmisión de Gerson durante todo el trayecto hasta Chosica; adonde llegamos tarde y en desorden. Edgar con su MP3, enchufado a todo volumen en las orejas, se había seguido de largo en el grifo del Km 21 sin escucharnos ni percatarse de nosotros; Juan, que venia detrás, si nos oyó y se fue junto con Kamary en su persecución, mientras que Krilin rescataría a Gerson, rato después, en la entrada de El Bosque, donde yo lo deje abandonado, a el y a la escarapelante cadencia del chirrido de su cadena, para correr un escaso y agotador kilómetro, con mi “Bicicletanque” de doble suspensión, a ritmo de ruta detrás del Team San Juan. (Todo sea con tal de huir del infernal “Criiiiick cracrunch” ese).

Otra vez todos reunidos en el mercadillo del tradicional desayuno chosicano, con la cadena y el hambre reparados, buscamos transporte para ir a Matucana e iniciar la ruta de los tres quesos, o… seria la ruta de las tres quebradas? O… las tres rutas de la quebrada de los quesos?, en fin! Ya no tiene importancia… 1° de Noviembre, domingo, día de los muertos, fin de semana semi largo, después del día de la Canción Criolla, noche de Halloween… la carretera esta full!, no hay cupo en las combis ni buses, que lo ultimo que quieren es llevar 6 ciclistas, con bicicleta y demás parafernalia a cuestas.

Ya son mas de las 10:30 a.m. aun varados y solo hay una línea de Coasters que extrañamente no tiene mucho pasaje y esta dispuesta a llevarnos...

- a donde?...
- a Canchacalla..
- ah, y donde queda Canchacalla?...
- no se, pero que importa! si nos quieren llevar por S/. 5.00 con todo y bicicleta
- Vamos!

Canchacalla es un acogedor pueblito ubicado en la sierra limeña, pintoresco laberinto de callecitas y balcones, que esta situado mas allá de Cumbe y Lanca, sobre los 2,500 msnm en la quebrada con la que comparte el nombre y las leyendas que son más numerosas que sus habitantes, como verán mas adelante.

Exactamente sobre el medio día, y sobre el techo de la Coaster, nos encontramos en plena labor de desembarco de los monoplazas, mientras se hacen las averiguaciones de las rutas que ofrece el lugar.

Dos horas y veinte minutos, un puente, nueve curvas, un cerro, miles de vueltas al pedal, varios kilómetros después y 800 metros mas alto, a 3,300 msnm aprox. sobre las cumbres del Curimacas; aun no llegamos a las ruinas que, según las averiguaciones de nuestro servicio de inteligencia, estaban “aquicito nomás”, “ a una hora caminando” . así que cuando por fin alcanzamos al equipo de elite (todos los demás menos Gerson y yo) que nos había sacado una buena delantera en la trepada, decidimos que… ese corral con calaminas que esta ahí al frente; son las ruinas!, si, esas son las ruinas y no se diga mas!... esas tienen que ser y van a ser las ruinas! para que oficialmente conste en los registros que “si llegamos”, y por lo tanto podemos dar media vuelta antes que la negra nube que se esta formando sobre nuestras cabezas, nos utilice como conejillos de indias para el inicio de la temporada de lluvias. Luego, en casa, revisando los mapas y vistas de satélite descubrí que estábamos a escasos 100 metros de las verdaderas ruinas, detrás de una loma… que cosas, no?

Luego de filosofar un rato sobre si este tipo de trepadas “escupe-pulmón” dan realmente algún tipo de satisfacción personal o solo… cansancio!; volvemos a trepar sobre nuestras maquinas ciclomotoras. El descenso de vuelta al pueblo es rápido, intrincado y pleno de curvas y emociones. Cosa rara, pero como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, esta vez todos traemos rodilleras y coderas como parte de nuestro equipo… no, no fue ninguna premonición, es solo que ya no hay mas lugar para heridas en nuestros maltratados pellejos, completamente lotizados a base de cicatrices. Solo una pinchadura y uno que otro susto detienen brevemente la marcha; parados en una curva para reagruparnos, una muy amable paisana nos regala con algunas manzanas y otros no menos sabrosos relatos del lugar;

“…este es el cerro “Curimacas” (Qorimanka) que quiere decir “Olla de oro”, aquí en la cumbre por donde están las ruinas, hay una mina abandonada de los españoles, pero nadie puede ir allí porque los espíritus de los gentiles, que murieron trabajando en la mina, matan a los intrusos, por eso la compañía minera (El Farallón), que era propiedad de la Sra. Anita Fernandini, ha tenido que abrir un socavón por el otro lado del cerro para que la gente pueda ir a trabajar, pero ahora también esta abandonada.

Y esos dos cerros de allá; el Sicua y el Sayhua, son los Apus protectores del pueblo; cuando hay tormenta, de la cumbre salen los espíritus del “Toro Sicua” y el “Toro Sayhua” para enfrentarse en la naciente de la quebrada que separa ambas montañas y el ruido de los truenos que se escuchan, no es sino el estruendo de los golpes de sus cabezas que luchan en las alturas…”

En Canchacalla han calculado bien nuestro retorno, y nos esperan con una hospitalaria mesita en la calle principal, donde nos ofrecen un muy sabroso Arroz con pollo por S/. 4.00… rico, ciertamente muy rico!

Desde aquí hasta la carretera central el descenso es rápido por una empinada y sinuosa trocha, plena de curvas, contra curvas y encalaminado…el suelo esta seco y duro, hay poco agarre y mucho golpe; tanto así que a poco de haber comenzado el descenso perdí el efecto amortiguador de mi suspensión delantera,… si , los resortes de la horquilla pasaron a situación de retiro por invalidez permanente, diablos! Justo ahora… como golpea el camino!. Poco mas allá mi luz posterior salio volando y fue a dar bajo las ruedas de una camioneta, además mi suspensión trasera ha empezado a emitir un “Ñuuick ñack” preocupante.

Hubieron un par de caídas entre los integrantes del equipo, pero afortunadamente ninguna gota de sangre fue vertida, aunque al rodar ya por la carretera central; Krilin deja, como recuerdo y señalización de ruta, dos dientes de su catalina clavados en un pedrón, a la vera del camino, que no vio a tiempo y Kamary va pedaleando con el descarrilador doblado.

Breve parada en chosica para comer y beber algo ligero, mientras Juan y Edgar coquetean con la vendedora de Cachangas. Para terminar el relato solo añadiré que, ya de noche, en el último tramo hasta lima, a falta de luces, todas perdidas en acción de ruta; Krilin recorre la carretera con su celular encendido y sujeto al timón con cinta aislante.

Valió la pena la salida, tal vez la próxima vez… se podría extender con una trepadita de San Mateo de Otao a San Pedro de Casta.




Texto y fotos: © Carlos García Granthon
Todos los derechos reservados

miércoles, 28 de octubre de 2009

Ticlio Avalanche 2009



Ticlio – Lima
Octubre 11 de 2009

No me gusta llevar la bicicleta en bus, no me gusta hacer descensos sin trepar previamente y tampoco me agrada pedalear, en solitario, a las 5:30 de la mañana por las calles de Yerbateros. En fin, en estas zonas y a estas horas; ciclista detenido es ciclista asaltado, así que a pensar menos y a pedalear más…

Reunidos ya todos y con las bicicletas correctamente estibadas en la bodega; estamos Krilín, Gerson, Juan, Jonathan y yo, también debidamente estibados en la parte frontal del bus–camión, que por S/.10.00 promete dejarnos en Ticlio antes del mediodía. Sí, ya sé que viajar en la parte frontal del bus es peligroso; mas, si es un bus-camión, y peor aún en el segundo piso (el segundo piso no tiene chofer!) pero… pero comparado con lo que vamos camino a cometer; un loco descenso de 132 Km. de largo, sobre dos delgadas ruedas, a más de 70 kph, por en medio del pesado tráfico carretero, un domingo por la tarde de feriado largo y con nada más que unas muy ceñidas y putonas lycras sobre el cuerpo por toda protección!, pues…

Por lo pronto vamos matando el tiempo en el terminal de Yerbateros, mientras se llena el transporte al muy peculiar estilo del chofer; que cada vez que ve asomarse por el terminal a un potencial cliente, arranca el bus, lo adelanta, y hace el ademán de estar partiendo, el incauto pasajero cree haber encontrado justo un ómnibus en el que no tendrá que esperar a que se llene para partir y sube apurado. Una vez capturado el viajero; se cierra la puerta detrás de él, el chofer retrocede la máquina y se estaciona nuevamente a la espera de su próxima víctima.

A pesar de las criollas estrategias del chofer, hay poco pasaje y no es sino hasta las 7:40 a.m. en que por fin nos ponemos en marcha rumbo a las cumbres andinas. Afortunadamente la tertulia es amena y el viaje se hace corto.

- Carlos, por qué el ómnibus no puede subir en cuarta o quinta?
- Pues.. es igual que la bicicleta Juan; sería como trepar un cerro con la catalina grande y el piñón chico; con esa relación se puede desarrollar velocidad pero falta troqué para vencer la cuesta, es el principio de la palanca, el par de fuerzas…
- No entiendo.
- Déjalo Carlos – interrumpió Gerson - que va a entender!, acuérdate que la semana pasada, este marciano trepó pedaleando un cerro casi vertical, en el valle de la muerte, como si nada; es un extraterrestre! Para él no existen las leyes de la física!

- Carlos, tendrás en tu casa alguna cadena vieja de bicicleta que me regales?
- Si Krilín, seguro que si tengo una… para qué la quieres?
- para hacerme un llavero
- buena idea!... uhmmm…ups!,creo que ya no tengo ninguna para regalarte

Las 11:30 a.m. y estamos en Ticlio, a 4,818 msnm, desembarcando los monoplazas y sudando como cerdos con nuestras tres capas de abrigo, bajo los quemantes rayos del sol que nos reciben en reemplazo de la muy anunciada nevada pronosticada para hoy en la página del no siempre acertado servicio meteorológico.

Es curioso, el año pasado en estas mismas fechas habían más de 50 ciclistas aquí esperando la largada para el “Ticlio Avalanche 2008”. Este año decidimos hacer el “Ticlio Avalanche 2009” algo más privado, sobre todo después de que la última vez, uno de los participantes, algo novato, se partió la pierna (y la madre) al cruzar una línea férrea cerca de Corcona, por lo que Gerson, que lo había invitado, tuvo un cargo de conciencia que le duró 6 meses (el mismo tiempo que le tomó a su amigo volver a caminar).

Algunas fotos de rigor, alguna conversación con una pareja de motociclistas que viene de Huancayo, mientras Jonathan se ve obligado a añadir aire a su llanta con un inflador de mano; pero a esta altitud todo esfuerzo físico, por muy pequeño que sea… duele!. Algunos desperfectos en los monoplazas propios del maltrato en el transporte y algo de merienda e hidratación previa, nos ponen en la línea de partida, sobre el techo del mundo andino, recién a las 12:40 p.m.

El descenso es rápido, a pesar del turbulento y fuerte viento en contra; Gerson y Jonathan piloteando sus “Recumbentes” cortan el viento con facilidad, por momentos llegamos a alcanzar los 70 kph, rodando otra vez por sobre el lomo de nuestra vieja amiga, esa negra serpiente de asfalto que es la carretera central y que nos deja recorrer sus curvas de cuando en vez con cierta audacia, pero sin olvidar que, como toda serpiente, es peligrosa y al menor descuido nuestro, la atrayente adrenalina que segrega y nos atrae, puede convertirse en veneno mortal.

Un par de buenos huecos que no vi han dejado el aro delantero de mi fiel rutera poco menos redondo que una estrella de David, antes de entrar siquiera a Casapalca, donde sus legendarios canes, esa jauría de asalto entregada a la ciclofagia como dieta dominguera, afortunadamente duerme a pierna suelta, y rabo caído, la digestión de las sobras de algún festín previo, propio del mes morado.

Ya casi no me detengo, no es que no quiera hacerlo, sino que cada vez que aplico los frenos sobre mi maltrecho aro delantero; la vibración es tan fuerte que afloja pastillas, timón y…muelas! No son la 1:30 p.m. aun y ya estoy a las puertas del túnel Cacray, a 5 Km. de San Mateo, esperando al resto para reagruparnos… 1:45… 2:00… 2:10… Tamare! Algo habrá pasado?...ah, ahí vienen!, una pinchadura complicada en la Reclineta de Jonathan, en las inmediaciones de Chicla, los retuvo, ya estamos fuera de hora; parece que la exploración de la ruta alterna para evadir el Cacray queda pendiente para otra oportunidad.

El almuerzo en San Mateo es … bueno, no estuvo mal; el pollo en la vereda sabía bien, la mugre en las manos (léase; cubiertos naturales) le dieron la sazón “rutera” que le faltaba y la vieja loca que, luego de espantar a pedradas a los perros que nos rodeaban, se llevó nuestros platos aún sin terminar, mientras se alejaba gritando; “Chooooooosica, Chosica, sale para Chosiiiiiica” le puso la nota anecdótica.

El resto del descenso lo hicimos algo más calmados y bromeando, yo intenté infructuosamente pilotear la “Reclineta” de Gerson; medio complicadito de manejar resultó el juguetito ese, algún día me voy a construir uno… Krilín, que si la dominó bien, disfrutaba de las ventajas de la aerodinámica y la comodidad de pedalear echado hasta que… una loca travestida, que salió de la nada sobre una moto rosada, lo filmaba, perseguía y coqueteaba, revoloteando motorizado a su alrededor, por más de un kilómetro a la altura de Santa Ana.

Chosica nos recibió temprano, pero no nos dejó ir, a punta de pinchaduras en las llantas, hasta ya casi caído el ocaso. Un espejo de combi roto por vengativa mano propia (me cerró feo el muy hijo de madre non santa) le pone un poco de velocidad extra al retorno, que culmina bien y sin novedad en olor a smog limeño sobre las 7:00 p.m.. Uhmm… no estuvo mal pero…creo que siempre hay algo más de emoción en la primera vez.

Ver videos del descenso aquí y aqui (cortesía de Keniro.com)





Texto y Fotos: ©Carlos García Granthon
Todos los derechos reservados

Valle de la Muerte II





Octubre 04 de 2009
La Molina – Cieneguilla – Valle de la Muerte – Pachacamac – Cieneguilla - La Molina

Romper cadena al amanecer, trepando la cumbre de Cieneguilla, no es la mejor manera de comenzar el día, pero ya me estoy acostumbrando a pasarme toda la semana reparando el monoplaza para poder destruirlo en buena ley el domingo.

Afortunadamente salí más temprano y me sobra tiempo para las reparaciones al paso, en el óvalo de Cieneguilla, mientras espero al resto de convocados; Gerson arriba primero, Juan y Eduardo van descendiendo por el serpentín seguidos de Krilín que toca fondo y valle sin freno posterior.

Rato después vamos todos remontando la pampa de Tinajas a fuerza de pedal, hasta su origen en la convergencia de la quebrada de Bicho Prieto, ahora es sólo cuestión de encontrar el “cerrito” por el que hace seis meses descendimos Arturo y Yo cuando recorrimos el Valle de la Muerte en sentido inverso, ascendiendo de Pachacamac hacia Cieneguilla (Ver “Siki Suchuy” en este blog).

El paisaje ha cambiado un poco; no es tan fácil identificar la ruta, están lotizando, hay maquinaria… afortunadamente he traido un mapa para…

Carajo!, que bruto, me traje el mapa de Chosica!

Bueno, algunos calcinados huesos y calaveras (ninguna con casco) en la pampa, indican que vamos por buen camino, la pendiente se pone exigente y dejamos la trocha para seguir un sendero de cabras, bicicleta al hombro, por una pendiente rocosa e imposible de peda…

Oe! Juan, que no has escuchado?... dije: “Imposible de pedalear”, ya bájate de tu cleta y cárgala como todo ser humano normal.

Mientras el marciano de Juan nos humilla pedaleando una pendiente rocosa de más de 300 metros de desnivel y de 45° de elevación que yo a duras penas puedo trepar a cuatro manos, con mi “bicicletanque” al hombro, bajo el ardiente sol que nos calcina y nos advierte que estamos por ingresar al valle de la muerte; Krilín hunde su casco bajo el peso de su monoplaza que carga sobre la cabeza mientras maldice en extrañas lenguas al “iluminado” que escogió la ruta (Yo).

Eduardo, bueno… él es caso aparte, con la mirada y el pensamiento extraviados en el horizonte, allá a lo lejos, hacia donde bebimos por última vez una botella de líquido bajo la refrescante sombra de un árbol; sólo se sienta en una roca a medio cerro, se cuenta los dedos de las manos varias veces, habla solo, esquiva la mirada y cuando parece que ya nada peor puede pasarle… Paf! Psssssssssssss… su llanta posterior se revienta sin haber tocado suelo… uhmmm… seguramente se trata de alguna maldición gitana que lo persigue por alguna grave ofensa cometida…. Al final no le queda más remedio que terminar el ascenso llevando su bicicleta en “capítulos” hasta la cumbre... jejeje parecía todo un tortuninja con las ruedas a cuestas.

Son mas de la 1:00 p.m. ya alcanzamos la cumbre donde nace el “Valle de la Muerte”, faltan unos 15 Kilometros de pedregoso y no marcado descenso sobre ruedas, para reencontrarnos con la civilización.

El discurrir por el valle es… “entretenido”! Bueno, no se me ocurre otra palabra para definir un descenso ininterrumpido, por pronunciada pendiente de más de 10 km. de longitud, a buena velocidad, sobre lecho de afiladas rocas. En realidad tiene bastante potencial esta ruta, sólo falta que sea recorrida con más frecuencia para demarcarla bien … bueno, Krilín ya contribuyó bastante en ese sentido aquel día, dejando su celular (que perdió en algún lugar de la quebrada) como hito para señalar el camino a los que vendrán después.

Una imaginaria pero evidente línea de “llegada” trazada por gigantezca mano a través del valle y que marca una clara frontera entre el absoluto gris de la aridez y el húmedo verdor de las lomas; nos anuncia que hemos salido del “Valle de la Muerte” para ingresar en el “Santuario del Amancay”…

Poco rato después estamos en Pachacamac buscando almuerzo, para luego emprender retorno vía Cieneguilla y su serpentín… diablos!... no me gusta recurrir al transporte motorizado cuando salgo a pedalear, pero… ya es trade y no tengo luces, el tránsito está pesado en el serpentín, la deshidratación empieza a pasar factura, todos quieren subir en taxi… finalmente alquilamos una camioneta de “taxicarga” para que nos suba hasta la cumbre… si, subí en camioneta; confieso que he pecado!


Ver videos de la ruta aquí
(cortesía de Keniro.com)

Ficha tecnica y mas detalles de la ruta:
(Click Aqui)



Texto y Fotos: ©Carlos García Granthon
Todos los derechos reservados

martes, 1 de septiembre de 2009

20 ruedas rumbo a Viso


Agosto 30 de 2009
(Lima - Chosica) + Bus + (San Mateo – San Miguel de Viso – Chosica – Lima)



Se supone que seria una salida suave de cicloturismo, como para relajarse, y solo con una pequeña dosis de exploración, pero como la mayoría de las rutas de “Ciclo ARTUrismo” (Las que propone Arturo) resulto… digamos… con sorpresas! Mejor les cuento:

Aunque no es de buena educación adelantarse al grupo, pero teniendo en cuenta lo pesado que se pone el trafico en Vitarte con la salida del sol (y la consecuente salida de las bestias al volante); previas coordinaciones por celular, avance solo, a fuerza de pedal, hasta el grifo San Ignacio (Km. 21.5 carretera central), para esperar al resto.

El primero en asomarse por el grifo es Arturo, poco rato después llegan Gerson, Krilin, Kamary, Jonathan y Daniel. Ya reunidos, y poco antes de las 8:00 a.m., vamos 14 ruedas girando con rumbo a Chosica; algunos se adelantan un poco para calentar piernas. Al arribar el resto, nos dimos con la sorpresa de que Kamary, al llegar a Chosica, apuñalò con la nariz la maletera de un auto, que frenó de improviso delante de el, y tendrá que pasarse la próxima hora con una bolsa de hielo sobre el rostro. Afortunadamente su monoplaza esta bien (eso es lo que cuenta para continuar) porque él, como buen ciclista, ya sabe que:


“Caerse esta permitido, pero levantarse es obligatorio”

Si, si, ya se… fácil es decirlo, y suena muy bonito sobre papel, pero cuando te sacas la m… y tienen que rearmarte el esqueleto a punta de clavos, yeso y bisturí… En fin!, mientras tomamos desayuno y hacemos los arreglos para nuestro transporte a San Mateo, se unen al grupo dos ciclistas más: Edgar y Juan, un par de buenos muchachos que conocimos en la ruta y con los que hacemos ya un total de 18 ruedas. Ya sentados en el bus, y con los monoplazas estibados en la parrilla, estamos listos a partir a San Mateo por S/. 6.00 c/u (incluida la bicicleta) cuando…
- alto! Yo también voy!

Ah, es Dubert que nos ha dado alcance; ahora hay 20 buenas ruedas con rumbo a San Miguel de Viso.

Con el sol cayendo ya perpendicularmente sobre los cascos, desembarcamos en San Mateo. Sin mucho preámbulo ya estamos nuevamente rodando sobre la carretera central. Vamos bajando rápido, zigzagueando entre los vehículos, cual metálicos peces que juguetean corriente abajo, en la negra superficie de este río de asfalto.

En pocos minutos hemos descendido hasta Tambo de Viso, cruzamos el puente y aquí comienza la exploración. Uhmmm… en las imágenes de satélite se veía más plano, duele la nuca de solo levantar la cabeza para mirar las cumbres que debemos alcanzar. Ni modo, a pedalear… a pedalear?, pero si aquí no se puede pedalear!.. no solo la pendiente de la trocha es bastante empinada, sino que la huella esta recubierta de fino pedregullo resbaloso, sazonado con huecos y piedra grande al gusto. Pasamos una parte del tiempo pedaleando sobre la bicicleta , otra parte al lado empujándola y otra parte debajo… no!, debajo no, felizmente nadie se cayo, pero es en estas circunstancias (y solo en estas) que me gustaría cambiar mi “Pesada” por un monoplaza de aluminio; no saben lo que fue, en esas circunstancias, llevar semejante mamut cuesta arriba!

Ver video de la trepada AQUI (cortesia de Keniro.com)

Pocos kilómetros mas, y muchos minutos después, llegamos escupiendo los pulmones (al menos yo si) a destino; San Miguel de Viso, pintoresco pueblito andino, escondido en una estrecha pero acogedora campiña sobre los 3000 msnm.









El pueblo, que no es tan pequeño, esta casi desierto, solo dos niños se acercan a mirarnos; dicen que nunca habían visto un ciclista (con casco, lycras y demás parafernalia) al menos, nunca aquí arriba. Uno de ellos se apresura en invitar a almorzar a Dubert, pero luego se percata que somos 10 y, a riesgo de tener que justificar en casa tremendo compromiso adquirido, muy disimuladamente… desaparece!.

Reagrupados en la plaza y reponiendo fuerzas, conversamos sobre lo aislado del lugar; en que tal vez seamos los primeros ciclistas en llegar, en la rara ausencia de población en las calles, en lo extraño que debemos parecerles, en….

- Arturo?, Hola!
- Profesor!

Increíble, pero tenia que suceder; Arturo se ha encontrado con un conocido… su profesor de trigonometría, y único poblador adulto que vimos transitar en las calles del pueblo durante nuestra estancia.

Hora de almorzar; pero donde?.. ups! no hay restaurante… pero hay una tienda; “El Lucerito”. Un niño nos avisa que nos demos prisa pues ya van a cerrar, pero… si ya estaba cerrada cuando llegamos! (hace un cuarto de hora.)... El dueño de la bodega nos atiende y en cuestión de minutos acabamos con su stock de galletas, atún y jugos; al parecer 10 forasteros hambrientos fuimos suficientes para crear un descalabro en la balanza comercial en un pueblo que normalmente no recibe visitas. Hay que reconocer que, por cada cosa que consumimos, nos cobraron los precios justos, sin recargo, y fuimos bien atendidos (Gracias!).

El como Arturo logro abrir su lata de atún, el perrito que le orino la bicicleta a Krilin, el destino de la bolsa de basura, la chica que desprecio a Kamary y otras anécdotas de sobremesa; son demasiado largas y merecerían crónica aparte. Así que solo mencionare que la foto de grupo en la puerta de la iglesia, se hizo con el peculiar angelito de la pileta mostrando su mejor cara.

Los relojes marcan las 3:00 p.m.; tenemos por delante aun una ruta a pedal que incluye 7 Km. de trocha y otros 83 de carretera para llegar a Lima… Hora de regresar!; pero… por la misma trocha por la que subimos?... No se quien fue el de la idea de tomar un atajo. No!, no me quejo, es solo que recuerdo la cara de todos cuando vimos el “atajo”; un single track que empezaba a la salida del pueblo, justo frente a una gruta, y que serpenteaba los acantilados con una pendiente poco amistosa… La verdad yo estuve a punto de “arrugar”, pero no quise ser el único ni el primero, y para cuando me entere que habían otros dos que no la harían, yo ya estaba enfilando ruedas por el precipicio.

Ocho de nosotros nos aventuramos por ese sendero; con el asiento abajo y… las bolas arriba! (en la garganta!). El descenso era tan complicado que nos tomo mas tiempo bajar a la carretera que subir al pueblo. En todo momento iba pensando en cual seria mi epitafio si me desbarrancaba… uhmm… tal vez:


“Aquí yacen los restos de Carlos García
quien quiso dar una curva que no existía”

Afortunadamente nadie se accidento, bueno; Jonathan obtuvo un simple rasguño en el codo y Arturo… Lo de Arturo es caso aparte; reagrupados en una curva y mientras conversábamos acerca de que este era el viaje de despedida de su bicicleta, pues una fractura en el cuadro la pasaba a retiro después de 10 años de servicios distinguidos. Él, sin darse cuenta, da un paso atrás, fuera del sendero, al vació, sus ojos y sus brazos se abren mientras vemos su cuerpo descender en vertical, como en cámara lenta, hacia el precipicio, parecía que se hundía en la nada frente a nosotros, y cuando ya tenia el borde del sendero casi a nivel de la cintura… regresó!... si regreso del mas allá, desafiando un par de leyes de la física, e impelido por un misterioso impulso de su único pie que mantenía contacto con el borde del abismo… la vio cerca, uff… todos la vimos cerca.

Ver video del descenso AQUI (cortesia de Keniro.com)

Habiéndonos ya despedido de San Miguel de Viso y sus exigentes caminos, vamos nuevamente pedaleando sobre la carretera central con rumbo a Lima; hicimos un alto en Matucana para tomar la variante de la antigua carretera que nos lleva a San Jerónimo de Surco, por la margen opuesta del río, solo para… para variar un poco la ruta.

A partir de Surco vamos nuevamente sobre buen asfalto carretero, ya es tarde y vamos corriendo contra la noche, tratando de llegar a tiempo para despedir a los últimos rayos de sol en Chosica. La velocidad es buena, y a pesar de andar con llantas de trocha, discurrimos con bastante agilidad por entre camiones y buses que vamos dejando atrás. Ya casi llegamos, estamos a las puertas de… Paf! Psssssssssssss… Tamare! mi llanta!... no, no es que me queje; solo dos pinchaduras en año y medio no es nada, pero porqué justo en la noche y en medio del trafico de Ricardo Palma.?

Una ultima parada en Chosica para comer unas “Cachangas” y a pedalear!... ahora si, directo hasta Lima. A Krilin y Daniel los recogen en Chaclacayo, el resto vamos pisando fuerte en medio de la noche, todo va bien hasta Vitarte pero… unos metros antes del desvío a Puruchuco; una chica parada en el borde de la berma, espera justo a que estemos cerca para bajar a la pista delante de nosotros.. Yo la esquive, Gerson también, pero Juan… Juan fallo por un poquito!... en resumen; solo un par de raspones y un buen susto.

Breves minutos después, y ya bastante pasadas las 8:00 p.m., nos despedimos todos… fue una buena ruta la de hoy!




Texto y fotos: © Carlos García Granthon
Todos los derechos reservados

lunes, 17 de agosto de 2009

Pucará, otros destinos y mas allá

Agosto 16 de 2009
(La Molina – Pachacamac – Pueblo Viejo – Pucara – El manzano - El Prado - El Cardal – Manchay – La Molina)




Las 7:00 a.m. en Musa y no hay señales de Gerson, tampoco contesta su celular… uhmmm…15 minutos de tolerancia es mas que suficiente, además Menandro, que no va con nosotros pero que si llego puntual (se entiende?, no?), me acompaña muy gentilmente hasta la cumbre de Manchay (Gracias Menandro!); cumbre en donde él se despide y yo debía encontrarme con Rodrigo, que luego de otro cuarto de hora… tampoco llego!.

Con media hora de retrasos acumulados y a pesar de la persistente lluvia y su consecuente barro, apuro imprudentemente el paso por las pampas de Manchay para llegar, mojado y medio hipotérmico, pero puntual, a Pachacamac, donde había acordado encontrarme con el grupo de Inka Riders a las 8:15 en la plaza de armas…uhmm… las 8:20… 8:25… 8:30… y ni siquiera un mensajito en el celular por simple cortesía gremial, Tamare! Creo que la palabra “Puntualidad” deberia erradicarse de la lengua castellana, total; ya nadie recuerda su significado!

Otra vez solo sobre mi monoplaza, voy rodando por el Santuario del Amancay sin mayor novedad, tomo el desvío a Pueblo viejo y, ya a media cuesta, noto que la niebla esta muy cerrada, casi ni se ven las ruinas. Al llegar al abra de las lomas de Pucara, la niebla no permite ver nada y el descenso, hacia el otro lado, esta bastante resbaloso… ni modo, si ya llegue hasta aquí… a seguir!; enfilo ruedas y pedales sobre el jabonoso barro de la trocha cuesta abajo, y me adentro en ese limbo blanco de nieblas bajas, esperando que… que la niebla no tenga “pepa”!; y termine yo empotrado en alguna gran roca que no se ve..

He descendido unos 500 mts., y aun no distingo nada, pero escucho balidos y voces a mi alrededor; poco mas allá se despeja la visión, estoy por debajo del banco de niebla, y frente a mi hay unos pastores y una manada de cabritos, pastando en medio de las amplias praderas de la quebrada de Pucara. Un poco más alla encuentro el desvío a la izquierda, el que buscaba para ir a Cueva Prieta.

Con Cueva Prieta en mente, voy ascendiendo por esta quebrada con rumbo Este, el paisaje es agradable, pero, conforme asciendo, me voy sumergiendo nuevamente en la niebla y… no veo nada, diablos!; no encuentro la lomita detrás de la cual esta el sendero que supuestamente me conduce a la zona de acantilados… ni modo, a maldecir, a arrugar y a dar media vuelta (en ese estricto orden).

Deshaciendo todo lo andado, voy nuevamente entre la niebla; atrás quedaron las praderas y los cabritos.

Casi coronando el abra de las lomas, y a punto de retornar al Santuario, veo una sombra, que se me aproxima en sentido contrario y sobre un vehiculo de propulsión humana … será el ciclista fantasma de Manchay? Si, ese que sale de madrugada en pijama blanca a comprar el pan?... no, la silueta es conocida… ah, es Arturo!. El y Gerson han venido siguiendo mis rastros desde Musa (Lo que les valió un tamal gratis en Pachacamac, pero eso es otra historia) y ahora en medio de la niebla venían siguiendo mis huellas en el fango (afortunadamente no pasan muchos ciclistas por aquí) luego de haber dejado, atrás en pueblo viejo, al grupo de Inka Riders.

Con la ruta trunca y algo frustrados; vamos dejando el valle y sus encantos. Cierta congestión en el “transito” propiciada por un ato de vacas en la ruta, nos recuerda que pronto estaremos pedaleando nuevamente en trafico carretero, entre combis.

Al salir del Santuario, ya sobre el medio día, nos encontramos con el grupo de MTB Riders, que recién llegaba con rumbo a Pueblo Viejo y otros destinos.



Cabizbajos e insatisfechos, mientras íbamos pedaleando por el Manzano; Gerson tuvo la buena idea de ir a explorar un poquito por las lomas. Ese “poquito” se convirtió en una ruta no programada de más de tres horas por los circuitos de Dawn Hill, cumbres y senderos de la zona.

Luego de transgredir los limites de una competencia en El Prado, ser blanco potencial y/o accidental de algunos disparos de arma de fuego, compañía ocasional de una gran águila costeña, exploradores de acequia (desde dentro), bañistas involuntarios vespertinos en las heladas aguas del río, parchadores de llanta en las cumbres y otras anécdotas mas, que han quedado registradas en un video © Keniro.com (ver video aqui), y que seguramente pronto se publicara; nos despedimos hambrientos con la puesta del sol, bastante satisfechos de la jornada.

Definitivamente “Cueva Prieta” es un destino que sigue quedando en la lista de “Pendientes”. Demasiada niebla para encontrarla en invierno y demasiado calor para buscarla en verano.



Texto y Fotos: © Carlos García Granthon
Todos los derechos reservados

miércoles, 5 de agosto de 2009

Pueblo Viejo II



Agosto 02 de 2009
(La Molina – Pachacamac – Pueblo Viejo – Cieneguilla – La Molina)




Tenía que regresar; el lugar se merecía al menos un par de fotos mas (Para ver las fotos, haga click aquí), así que con Menandro y Fernando me puse a girar los pedales con rumbo, nuevamente, a Pueblo Viejo.

Sin tiempo para explicaciones sobre ángulo de la iluminación, rasante y texturas; apuré el paso para no desperdiciar la luz matutina; ya en el santuario, y mientras esperamos a Lucho; amigo y fotógrafo en vías de cicloconversión, nos pusimos a jugar con una serpiente que nos sale al paso, y cuyo mal genio sobrepasa en largo su pequeño tamaño; creo que es un diminuto Jergón de la Costa; si, es uno de esos ofidios venenosos el que Menandro persigue para fotografiar, mientras que el rastrero reptil me persigue a mi por haberlo ya fotografiado. Mejor no molesto mas al diminuto demonio, que me sigue señalando insistentemente con su viperina lengua; una cosa es que lo muerda a uno un perro de vez en cuando, pero… una serpiente!… no, eso ya es otro precio!... o será que solo quería clavarme sus colmillos para llenar el tanque?


Ahora si, los cuatro reunidos trepamos hasta las ruinas; a pesar de que es la segunda vez que vengo, me siguen pareciendo muy impresionantes, y si bien ya no hay tanta niebla hoy, el suelo esta muy resbaloso; dos caídas de mi parte así lo atestiguan. Tal vez debí encomendarme a… los ciclistas tendrán alguna santa patrona?... será Santa “Catalina”?

El sol ha salido y, muy cerca ya del cenit, sus casi verticales rayos no ayudan mucho para las fotos. Pero se hace lo que se puede, mientras recorremos con detenimiento todo el lugar, ante la vigilante y acusadora mirada de una ofuscada lechuza.
Terminada la sesión grafica, volvimos a Pachacamac para darle curso a un buen plato de pollo a la parrilla, y emprender el retorno vía Cieneguilla y consiguiente trepada del serpentín. Rato después y una vez coronada la cumbre, nos despedimos; yo con pocas fotos y muchos chirridos en mi monoplaza y Menandro con mas fotos y menos rayos en su bicicleta.

Creo que esta segunda y ultima excursión a Pueblo Viejo cierra esa ruta, al menos por esta temporada, aunque… faltaría visitar Cueva Prieta… uhmmm…

Texto y Fotos: © Carlos García Granthon
Todos los derechos reservados

martes, 21 de julio de 2009

Pueblo viejo, pijama nuevo

Julio 19 de 2009
(La Molina – Pachacamac – Pueblo Viejo – Cieneguilla – La Molina)




No se para que me levanto temprano, si la mayoría llega tarde, en fin!. Víctor si había llegado puntual (7:00 a.m.) al lugar de concentración en Musa, y mientras el tomaba desayuno y esperábamos al resto, se me ocurrió tomarme una gaseosa en una tienda.

Terminada la Coca Cola; ya me disponía a subirme a mi bicicleta nuevamente, cuando sin previo aviso (léase; sin ladrido de advertencia) un condenado perrito negro, casi tan negro como sus intensiones, me clavo los colmillos en la pantorrilla… tamare! Vaya manera de comenzar el día!... me imagino que el pobre can, cansado de corretear ciclistas sin haber logrado hincar diente en firme, y seguramente siendo por ello la burla de sus compañeros de genero, pensó que el hada madrina de los perros le había concedido su mas grande deseo; un ciclista detenido frente a sus fauces. No lo pensó dos veces y zas! Diente conmigo!… no es justo, por lo menos hubiera disparado al aire un ladrido previo de advertencia, siquiera por una mínima cortesía profesional.

Retomando el relato de ruta; con la llegada de Gerson y Kamary, de Keniro, empezamos el recorrido hacia Pachacamac, en busca de las ruinas de “Pueblo viejo”. En el camino, por las pampas de Manchay, nos dieron alcance Krilin y Jonathan.

Al llegar a Manchay Bajo, nos detuvimos los 7 para reagruparnos. Como que los 7?... si éramos solo 6, de donde salio el otro? y encima… en pijama! Si, en pijama estaba, y en pijama nos pregunto si podía acompañarnos. Según nos dijo; había salido un ratito para entrenar, antes de tomar desayuno, y solo se puso una casaca encima de su blanca y nueva pijama. Existen rumores de que en realidad lo habían mandado a comprar el pan del desayuno, y una vez sobre su bicicleta… se entusiasmo!. Por supuesto acogimos a “pijamita” en el grupo, y retomamos la marcha a buen ritmo para recuperar tiempo, pero… pero olvidamos decirle a “pijamita” hasta donde íbamos, recién se entero, demasiado tarde ya, cuando paramos en la plaza de armas de Pachacamac para abastecernos de liquido y merienda.

En este punto es donde empieza la verdadera ruta; nos dirigimos al Santuario del Amancay donde dos poco amistosos Rod Wilder nos dan la bienvenida en el portón (toda la jornada estuve sorteado con los perros) El vigilante nos dio pase libre, aunque quedo poco convencido de que “pijamita” fuera un ciclista de verdad; bueno, quien iba a tragarse el cuento de que alguien practica Dawn Hill en pijama. Advertidos todos por mi parte sobre no tocar la vegetación, ni molestar a la fauna del lugar, pues se trata de un “Santuario”; continuamos. Un kilómetro mas y un enorme perro gris, de ojos inyectados, con las fauces abiertas y mostrando sus enormes colmillos chorreantes de baba, (se le hacia agua la boca), nos ataca por el flanco izquierdo y… pero si es Grover!, Hola Grover!... me basto mencionar su nombre, seguido de un “quieto muchacho”, para conjurar la furia de esos 50 Kg. de canina bestia come ciclistas ( siempre es útil hacer amigos en la ruta, y mejor si tienen cuatro patas).

Dejamos atrás las oficinas del santuario, y otro kilómetro mas adelante, encontramos el desvío que buscábamos. Una tranquera y un letrero que reza: “PROHIBIDO EL PASE, PROPIEDAD PRIVADA, CEMENTOS LIMA” nos detiene brevemente; pero como yo no llevaba conmigo mis lentes de lectura … ignoramos el letrero y proseguimos por la que se supone (según mis indagaciones) la ruta que nos llevaría a “Pueblo viejo”.

La trocha se interna por entre las lomas que separan esta quebrada y la de Pucará, la pendiente se hace mas pesada y el sudor mas copioso a pesar del frió y la niebla. Tras una buena trepada y sobre un tímido muro de piedra, otro letrero que reza; NO SE DETENGA, nos anuncia que ya llegamos a “Pueblo viejo”, así que.. Nos detuvimos!.

Desde la trocha no se aprecian las ruinas, y la verdad que están tan bien conservadas y limpias, que lo envuelve a uno un sentimiento de culpa de solo pensar en poner un pie dentro de sus límites. Un poco mas arriba ( si, seguimos trepando) la vista es otra cosa; es como contemplar un “Mini Machupicchu”; realmente impresionante!. Otros pocos cientos de metros más, que muy difícilmente se pueden hacer a fuerza de pedal, y.. otras ruinas! Al parecer algo mas extensas y elaboradas, pero de difícil apreciación visual desde ese ángulo. Uhmmm… esto merece organizar otra expedición de profana… digo, de investigación! Pero esta vez solo con fines fotográficos.

Mientras seguimos subiendo (que tercos, no?) la niebla se cierra, y para cuando por fin coronamos la cumbre ya no se ve más allá de la rueda delantera. Lastima, podríamos haber descendido hacia Pucará y quien sabe, tal vez, tentar llegar a Cueva Prieta. Pero descender con cero de visibilidad por terreno desconocido es.. Suicidio! (un poquito de prudencia de vez en cuando, solo de vez en cuando, no viene mal)

Los seis conjurados mas “Pijamita” y su ya no tan blanca pijama, descendimos a ritmo de Dawn Hill todo lo trepado, la fuerte pendiente, la velocidad vertiginosa, y las cerradas curvas, en resbaladizo barro arcilloso la hacen, como diría Barth Simpson, “De Pelos!” . Afortunadamente no hubo sangre en la arena, o mejor dicho; en las piedras. Al salir del Santuario los “amigos” de Grover, que según Krilin es un “perro dientes de sable”, se la pusieron difícil a Kamary y Jonathan, pero todo no paso de un simple susto.

Casi democráticamente optamos por retornar vía la trocha que va a Cieneguilla, y a un cansado Pijamita no le quedo mas opción que seguirnos, pues no conocía el camino de retorno a su casa. Pero eso si, muy precavido el, como en el cuento Hansel y Gretel; iba dejando por el camino, para no perderse, un rastro de billas del eje central de su Monark, que con cada vuelta de pedal había pasado de un agudo chirrido a un ronco bramido.

Poco mas adelante, entre El Mejicano y El Cardal, nos cruzamos con un grupo de ciclotransportados en sentido contrario; la séptima y octava rueda llevaban sobre el sillín unas femeninas lycras de muy buen “venir” y mucho mejor “ir” que atrajeron mas de una mirada, en especial la de Kamary , cuyo cuello giro 360 grados para captar toda la panorámica sin percatarse que el siguiente ciclista, y aparente padre de aquellas curvas, le devolvía el guante con una mirada en tono de sentencia mortal; todo esto antes los atónitos ojos de Gerson, que aferrado a los bati – manubrios de su monoplaza reconoció en la faz de la criminal mirada, a un amigo suyo.

El resto de la ruta; bastante tranquila, salvo por el congestionamiento de una procesión ovina. En cieneguilla solo nos detuvimos el tiempo justo para reponer líquidos.

Hora de decisiones; algunos optaron por un prudente mototaxi, mientras que Víctor, Kamary , yo y un exhausto, acalambrado y maltrecho Pijamita, nos dispusimos a trepar el serpentín a fuerza de pedal. Hay que reconocerlo; a pijamita le podrían falta muchas cosas, pero cojones… No!.

Luego de un par de kilómetros de trepada, cuando Kamary, y su buen estado físico, nos había sacado ya una buena delantera, me rebaso un Taxi del que alcance a escuchar solo un “fuerza Carlos!”; era Pijamita que abandono la trepada por K.O. técnico. Retornaba a su casa, 6 horas después de que lo mandaran a comprar pan, con el cuerpo, la bicicleta y el pijama deshechos. No lo volvimos a ver.

Nos reagrupamos en la cumbre, alguien me pregunto por mi herida en la pierna, creo que fue Krilin:

- Carlos como va tu mordida
- bien, ni siquiera me molesta
- pobre perro, a esta hora ya debe estar convulsionando


Fue una buena aventura!

Texto y Fotos: © Carlos García Granthon

N. de R.- Si alguien conoce, o sabe como ubicar, a “Pijamita” (alias Eduardo) por favor díganle que es bien recibido en cualquier futura salida ciclística