miércoles, 4 de noviembre de 2009

Tres rutas en una


Octubre 25 de 2009
(La Molina – Surco - San Juan de Miraflores - Villa Maria del Triumfo - Manchay – Cardal – El Prado - El Manzano – Pueblo Viejo - Pachacamac – Cieneguilla –La Molina)

Cuando recibí la invitación de Dubert (http://www.rodandoperu.com/), me di cuenta que, sin salir de Lima en realidad, la propuesta era una de esas rutas maratónicas en las que se encuentra de todo un poco y se deja un poco de todo en el camino… uhmmm… no, esta no me la pierdo!

Ese domingo salí de La Molina a las 6:00 a.m. y en cuestión de treinta minutos de pedaleo, vía Javier Prado y la Panamericana Sur, ya estaba en el puente Atocongo; puerta de entrada a San Juan de Miraflores y punto de encuentro para los conjurados. Poco a poco van llegando los convocados, primero Juan, depuse Dubert, Pedro, David que fungiría de guía, y otro par de buenos ciclistas mas con los que completamos el numero para la partida.

Las primeras vueltas de rueda las damos bastante cerca de las 8:00 a.m. y el primer tramo lo recorremos internándonos en San Juan de Miraflores, paralelos a la vía del inefable tren eléctrico, luego tomamos por “Pista Nueva” que de “nuevo” solo tiene… huecos, si nuevos huecos que se suman a los viejos huecos. Ya en Villa Maria del Triunfo empieza una moderada trepada hasta el mercado, cerca al cementerio, donde nos reaprovisionamos y preparamos para el primer ascenso del día.

Por un costado del cementerio y siguiendo las muy empinadas calles que nos llevan por la quebrada de Santa Maria, hasta las cumbres de los cerros, después de mucho pedaleo y sudor, coronamos el abra que comunica el cono sur de la ciudad con la pampa de Manchay en el este. Desde la cumbre, de frente y hacia abajo, se divisa a nuestros pies las no muy escasas manifestaciones epigonales del desorden urbano de Manchay que cada vez se adentra más en las quebradas adyacentes. También, y a nuestra izquierda y nivel, una trocha carrozable afirmada en plena construcción, a base de trabajo voluntario comunal, se va abriendo paso desde Villa Maria del Triunfo, por entre las cumbres, con rumbo a La Molina.

Retomando la aventura nos dirigimos hacia el sur, siguiendo los senderos de herradura en las cumbres de las lomas de Atocongo. Al comenzar el descenso por entre improvisadas chacras en medio de la vegetación silvestre; una señora, que opacaba en ladridos a sus tres perros, nos corta el paso y piedra en mano nos conmina a no pasar por “su propiedad”. (Es curiosa la ambigüedad con la que se maneja el vocablo “Propiedad privada” en las invasiones). Sin mayor animo de discutir, esquivar piedras o poner a prueba nuestros cascos; tomamos por saludable alternativa una trocha carrozable que nos lleva a las profundidades de las quebrada, en medio de un sinnúmero de grises pircas que cercan y dividen cada rincón de la vegetación de estas lomas en vías ya de marchitarse tanto por la estación como por la invasión

Un par de alocados y pronunciados descensos sobre piedra suelta y arena nos ponen a rodar sobre la Pampa de Manchay y su pista asfaltada, bajo el sol de medio día. Si en este punto yo hubiera tomado hacia el norte por la pampa, en breve hubiera llegado a mi casa y cerrado un circulo que unía los conos este y sur de lima circunpedaleando los cerros Colorado, Centinela, San Francisco, Mina, Arbolito, Retamal y Tres Cumbres pero…. Dubert quería conocer Pueblo Viejo y… aun es temprano!

Rodando al sur por el valle, cruzamos el río Lurin, y en un alarde poco sensato de buen estado físico, recorremos los tres circuitos de DH y XC. Primero el Cardal; luego el Prado, donde una nube de polvo que se alza algunos metros delante mío, marca el lugar donde Juan se da un buen porrazo, y deja algo de sangre, piel y fibra sobre el circuito. Al reagruparnos, dos de los ciclistas del grupo ponen un “hasta aquí nomás” y dan media vuelta. Finalmente vendría El Manzano que sin mayor percance nos pone a los 5 restantes a las puertas del Santuario del Amancay. Aquí viene el segundo ascenso; hasta pueblo viejo, en el que Pedro se rezaga y enrumba hacia Pachacamac para esperarnos allí.

Rato después y satisfecha a curiosidad de Dubert, en Pueblo Viejo, enrumbamos hacia Pachacamac, donde buscando a Pedro encontramos a… Miguel! Que había ido acompañando al grupo de MTB Riders, llevando algunos novatos en su primera salida y que precisamente estaban almorzando en la plaza, frente a donde nos esperaba… Pedro!, quien finalmente se regreso con el grupo de Miguel, vía la Panamericana Sur. Se entiende?, no?... bueno, el asunto es que quedamos solo 4 ciclistas del grupo inicial; David, Dubert, el magullado Juan y Yo.

Luego de un no muy recomendable lomo saltado, retomamos los pedales; el cansancio ya se va sintiendo y el ascenso por el valle, desde Pachacamac hasta Cieneguilla se hace un poco pesado; al ovalo de cieneguilla llegamos sobre las 5:30 p.m. Viene el tercer y ultimo ascenso; el serpentín de Cieneguilla. En estas circunstancias y después de 11 horas sobre mi monoplaza; me toma 50 minutos alcanzar la cumbre; al marciano de Juan le tomo solo 25, a pesar de estar medio magullado. Estoy empezando a sospechar que ese extraño brebaje que ingiere de vez en cuando (Leche con Coca Cola) tiene propiedades antigravitatorias.

Me despedí del grupo, al pasar por mi casa en La Molina, cerca de las 7:00 p.m. por fin había cerrado el círculo, aunque más que circulo parecía un ocho…

Texto y fotos: © Carlos García Granthon
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