martes, 9 de febrero de 2010

El rally, la sandìa y el bus

(Lima – Mala – Santa Cruz de Flores – Mala)
Febrero 07 de 2010

Más de una vez he dicho, y lo sostengo con firmeza, que no soy deportista, es más; soy la antitesis de lo que podría considerarse un deportista. Si bien ya deje de fumar, (y subí mas de 7 Kgs. por eso, @#$%&!!!). Considero que un deportista es aquel que lleva una vida sana, metódica, disciplinada, alguien dedicado en cuerpo y alma a una disciplina física, por sobre todas las cosas. Descripción que me resulta totalmente ajena; pues eso de “disciplina”… disciplina…uhmmm… veamos, me parece haber escuchado esa palabra en algún lugar, uhmm…probablemente algún antiguo vocablo de una lengua muerta, en fin, no debe ser muy importante. Y lo de “vida sana y metódica”; mejor no hablemos!...Volviendo al punto; entonces… que carajo hago hoy pedaleando hasta Mala, para hacer el reconocimiento de ruta del Rally de Totoritas? Además, a que deportista en sus cabales se le ocurriría pedalear hasta Totoritas en el ”Cletanque”, (solo para calentar)con llantas para trocha y doble suspensión; si bien la bestia se mueve sobre el asfalto, consume demasiada energía para mantener una buena velocidad de crucero y dejar algún resto físico para el circuito. Aun así, llegue a las 9:50. a.m. Gerson y Pietro llegaron a los pocos minutos en bus, y Juan, pedaleando, se tardo algo mas… de Dubert, Pedro y Carlos solo sabíamos que con muchos contratiempos en la ruta, llegarían mas tarde… muy tarde… si es que llegaban.

Mapa en mano, que resulto tan útil como cenicero de moto, y ya cerca del medio día; iniciamos la vuelta de reconocimiento; a los pocos metros nos encontramos con Pedrito Salazar, el grupo de Inka Riders y unos muchachos que también habían venido pedaleando desde lima. Ellos intentaban, al igual que nosotros, hacer la interpretación autentica del mapa oficial, en el que las rectas se representan como curvas y las curvas como rectas, pues el camino no parece ser ni por aquí, ni por allá, sino mas bien todo lo contrario.

Vamos todos juntos avanzando rueda a rueda, los pies pican y lo que debería ser una vuelta de reconocimiento se convierte en una especie de vuelta de precalificación. Completamos el circuito de la categoría “turismo” pisando medianamente fuerte; una breve parada de rehidratación en el poblado de San Antonio para reagruparnos, y hasta aquí todo va bien; es hora de recorrer el tramo para las categorías “Elite y Master”… Empiezo a tener problemas en los single tracks, el cansancio ya me esta pasando la factura y cometo errores tontos con los cambios, también me pase en una curva y casi me saco la… no, la Tinka , no!.. la Mierda!

Mal que bien llegamos a Santa Cruz de las Flores, justo a tiempo para prorrumpir e interrumpir en ceremonia e himno, (en ese estricto orden). Un policía nos detiene en plena plaza publica, pues esta terminantemente prohibido pedalear en el pueblo mientras se escuchan las sagradas notas del Himno Nacional y los no tan sagrados discursos del Alcalde; sin embargo y como una concesión especial; se nos permite comer raspadilla, (siempre y cuando lo hagamos con gesto solemne).

Desaprovechando total y tontamente la oportunidad para rehidratarme, por tratar de resolver un problema con la batería de mi cámara, la ruta no tarda en pasarme factura y al llegar a la “trepada del basural” tuve que pasar a la modalidad de empujatucleta.pe/weon. (gracias muchachos por esperarme en la cumbre). De aquí en adelante ya todo fue relativamente sencillo. Algo dispersos, me separe del grupo de Inka Riders en el puente en ruinas, con los 30 kms de ruta casi completos, para cortar hacia Mala y reunirme con Juan, Gerson y Pietro, que a su vez habían hallado a los náufragos de la expedición Ciclo Trebud que por fin tocaban puerto Maleño.

Dubert, Pedro y Carlos no habían llegado con las manos vacías; bueno, en realidad cuando los encontramos ya las tenían vacías, pero… pero mejor les cuento:

Al llegar al puente Mala en el Km85, lugar donde debían esperarnos, ya hambrientos pararon un momento en el kioskito frutero a la vera de la autopista, donde dos guapas morochas ofrecían a la vista sus mejores manjares (y las frutas también); Pedro, que del arte del flirteo ha hecho casi un apostolado, no tardo en entablar coloquio; de lo que dijo con el verbo y se respondió con la mirada no ha quedado registro, pero de lo que si hay testimonio, es de lo que se llevo Pedro, orgulloso, como trofeo de guerra de aquel efímero encuentro… una grande y jugosa sandia sobre el timón de su monoplaza! Sandia que luego engulleron mientras nos buscaban.

Ya avanzada la tarde y con el estomago lleno; Dubert, después de pegarle su sticker a la chica del restaurant, propone el retorno pedaleando para compensar el recorrido de reconocimiento que el no hizo… no hay quórum, y la verdad que aunque tentadora la idea, después de todo lo ya recorrido, el solo pensar en hacer toda la ruta de vuelta en el cletanque… uhmmm…No!, es en estos momentos cuando la sensatez aconseja arriar la bandera de macho alfa, abandonar el barco de la hombría y… subirse al bus rosadito de la Barbie!

Si bien el bus no era rosadito, al menos tenía las cortinas color fuxia y nos dejo en el trébol de Javier Prado ya pasadas las 6.00 p.m.

Texto: © Carlos García Granthon


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