miércoles, 28 de octubre de 2009

Valle de la Muerte II





Octubre 04 de 2009
La Molina – Cieneguilla – Valle de la Muerte – Pachacamac – Cieneguilla - La Molina

Romper cadena al amanecer, trepando la cumbre de Cieneguilla, no es la mejor manera de comenzar el día, pero ya me estoy acostumbrando a pasarme toda la semana reparando el monoplaza para poder destruirlo en buena ley el domingo.

Afortunadamente salí más temprano y me sobra tiempo para las reparaciones al paso, en el óvalo de Cieneguilla, mientras espero al resto de convocados; Gerson arriba primero, Juan y Eduardo van descendiendo por el serpentín seguidos de Krilín que toca fondo y valle sin freno posterior.

Rato después vamos todos remontando la pampa de Tinajas a fuerza de pedal, hasta su origen en la convergencia de la quebrada de Bicho Prieto, ahora es sólo cuestión de encontrar el “cerrito” por el que hace seis meses descendimos Arturo y Yo cuando recorrimos el Valle de la Muerte en sentido inverso, ascendiendo de Pachacamac hacia Cieneguilla (Ver “Siki Suchuy” en este blog).

El paisaje ha cambiado un poco; no es tan fácil identificar la ruta, están lotizando, hay maquinaria… afortunadamente he traido un mapa para…

Carajo!, que bruto, me traje el mapa de Chosica!

Bueno, algunos calcinados huesos y calaveras (ninguna con casco) en la pampa, indican que vamos por buen camino, la pendiente se pone exigente y dejamos la trocha para seguir un sendero de cabras, bicicleta al hombro, por una pendiente rocosa e imposible de peda…

Oe! Juan, que no has escuchado?... dije: “Imposible de pedalear”, ya bájate de tu cleta y cárgala como todo ser humano normal.

Mientras el marciano de Juan nos humilla pedaleando una pendiente rocosa de más de 300 metros de desnivel y de 45° de elevación que yo a duras penas puedo trepar a cuatro manos, con mi “bicicletanque” al hombro, bajo el ardiente sol que nos calcina y nos advierte que estamos por ingresar al valle de la muerte; Krilín hunde su casco bajo el peso de su monoplaza que carga sobre la cabeza mientras maldice en extrañas lenguas al “iluminado” que escogió la ruta (Yo).

Eduardo, bueno… él es caso aparte, con la mirada y el pensamiento extraviados en el horizonte, allá a lo lejos, hacia donde bebimos por última vez una botella de líquido bajo la refrescante sombra de un árbol; sólo se sienta en una roca a medio cerro, se cuenta los dedos de las manos varias veces, habla solo, esquiva la mirada y cuando parece que ya nada peor puede pasarle… Paf! Psssssssssssss… su llanta posterior se revienta sin haber tocado suelo… uhmmm… seguramente se trata de alguna maldición gitana que lo persigue por alguna grave ofensa cometida…. Al final no le queda más remedio que terminar el ascenso llevando su bicicleta en “capítulos” hasta la cumbre... jejeje parecía todo un tortuninja con las ruedas a cuestas.

Son mas de la 1:00 p.m. ya alcanzamos la cumbre donde nace el “Valle de la Muerte”, faltan unos 15 Kilometros de pedregoso y no marcado descenso sobre ruedas, para reencontrarnos con la civilización.

El discurrir por el valle es… “entretenido”! Bueno, no se me ocurre otra palabra para definir un descenso ininterrumpido, por pronunciada pendiente de más de 10 km. de longitud, a buena velocidad, sobre lecho de afiladas rocas. En realidad tiene bastante potencial esta ruta, sólo falta que sea recorrida con más frecuencia para demarcarla bien … bueno, Krilín ya contribuyó bastante en ese sentido aquel día, dejando su celular (que perdió en algún lugar de la quebrada) como hito para señalar el camino a los que vendrán después.

Una imaginaria pero evidente línea de “llegada” trazada por gigantezca mano a través del valle y que marca una clara frontera entre el absoluto gris de la aridez y el húmedo verdor de las lomas; nos anuncia que hemos salido del “Valle de la Muerte” para ingresar en el “Santuario del Amancay”…

Poco rato después estamos en Pachacamac buscando almuerzo, para luego emprender retorno vía Cieneguilla y su serpentín… diablos!... no me gusta recurrir al transporte motorizado cuando salgo a pedalear, pero… ya es trade y no tengo luces, el tránsito está pesado en el serpentín, la deshidratación empieza a pasar factura, todos quieren subir en taxi… finalmente alquilamos una camioneta de “taxicarga” para que nos suba hasta la cumbre… si, subí en camioneta; confieso que he pecado!


Ver videos de la ruta aquí
(cortesía de Keniro.com)

Ficha tecnica y mas detalles de la ruta:
(Click Aqui)



Texto y Fotos: ©Carlos García Granthon
Todos los derechos reservados

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