Abril 11 de 2009
La Molina - Cieneguilla – Posta Medica
Se supone que seria una salida corta, tranquila y poco exigente, solo para mantener el estado físico, pero…
Bajaba yo por el serpentín de Cieneguilla; si bien iba algo rápido, aunque no tan rápido como acostumbro a hacerlo, por estar probando mis nuevos frenos que por fin habían dejado de chirrear. En fin, al tomar la tercera curva; si, esa en la que no hay mucho espacio entre asfalto y cerro, pise algo en la pista que no ví; una piedrita, un tubito, una bujía, una pila… no se!, pero ese algo hizo que mi rueda posterior perdiera adherencia con el suelo y derrapara hacia la parte exterior de la curva, patinando sobre el limite entre el asfalto y la tierra; hasta ahí la situación era controlable, ya me había sucedido antes, pero de pronto la rueda posterior topo con otro “algo”; una grieta, una piedra… que se yo!, la cosa es que el derrape lateral se detuvo en seco, como si me hubieran puesto cave, y ambos; bicicleta y tripulante, salimos disparados como por una catapulta.
No se cuantos rebotes di sobre el suelo, a veces sobre mi lineal vehiculo, a veces debajo de él, pero con cada nuevo golpe con la superficie, sentía el ruido de cosas que se rompían y salían disparadas a mi alrededor en medio de un extraño e ingrávido surrealismo a cámara lenta. Finalmente, ya separado de mi monoplaza a fuerza de golpes, pero aun dando botes por el piso, termine estrellándome “de pechito” contra una roca de regular tamaño al borde del cerro…Auch! Eso si dolió! Quede como una insignificante mosca aplastada sobre una pared.
El golpe me dejo sin aire y medio atontado, caí de espaldas sobre la tierra totalmente desorientado y sin poder respirar. En medio de mi aturdimiento, ví que mi bicicleta estaba desparramada en medio de la pista y era solo cuestión de segundos para que pasara un camión y le diera el golpe de gracia; me levante y la arrastre (léase; nos arrastramos juntos) hasta el borde de la curva.
De pronto apareció un anónimo ciclista en la ruta, se detuvo y me pregunto si me encontraba bien; yo solo le respondía por señas, pues aun no podía respirar normalmente, mientras el recogía toda una cantidad de despojos que había dejado yo sobre la pista, también puso mi bicicleta en lugar seguro, e inclusive cruzo la carretera para recoger mi encendedor que luego me entrego a la mano. No se quien era pero… Gracias!, muchas gracias!. Luego continuo su ruta con rumbo a Chontay, según me dijo.
Minutos mas, y aturdimiento menos, observe que mi bicicleta, si bien algo maltratada, con algunos golpes de más, y algunos accesorios de menos, aun estaba operativa, trate de subirme pero no pude; mi brazo izquierdo se negaba tercamente a obedecer mis ordenes y mi rodilla empezaba a doler bastante. Ni modo! A trepar la cumbre, de vuelta a casa, empujando el monoplaza.
La Molina - Cieneguilla – Posta Medica
Se supone que seria una salida corta, tranquila y poco exigente, solo para mantener el estado físico, pero…
Bajaba yo por el serpentín de Cieneguilla; si bien iba algo rápido, aunque no tan rápido como acostumbro a hacerlo, por estar probando mis nuevos frenos que por fin habían dejado de chirrear. En fin, al tomar la tercera curva; si, esa en la que no hay mucho espacio entre asfalto y cerro, pise algo en la pista que no ví; una piedrita, un tubito, una bujía, una pila… no se!, pero ese algo hizo que mi rueda posterior perdiera adherencia con el suelo y derrapara hacia la parte exterior de la curva, patinando sobre el limite entre el asfalto y la tierra; hasta ahí la situación era controlable, ya me había sucedido antes, pero de pronto la rueda posterior topo con otro “algo”; una grieta, una piedra… que se yo!, la cosa es que el derrape lateral se detuvo en seco, como si me hubieran puesto cave, y ambos; bicicleta y tripulante, salimos disparados como por una catapulta.
No se cuantos rebotes di sobre el suelo, a veces sobre mi lineal vehiculo, a veces debajo de él, pero con cada nuevo golpe con la superficie, sentía el ruido de cosas que se rompían y salían disparadas a mi alrededor en medio de un extraño e ingrávido surrealismo a cámara lenta. Finalmente, ya separado de mi monoplaza a fuerza de golpes, pero aun dando botes por el piso, termine estrellándome “de pechito” contra una roca de regular tamaño al borde del cerro…Auch! Eso si dolió! Quede como una insignificante mosca aplastada sobre una pared.
El golpe me dejo sin aire y medio atontado, caí de espaldas sobre la tierra totalmente desorientado y sin poder respirar. En medio de mi aturdimiento, ví que mi bicicleta estaba desparramada en medio de la pista y era solo cuestión de segundos para que pasara un camión y le diera el golpe de gracia; me levante y la arrastre (léase; nos arrastramos juntos) hasta el borde de la curva.
De pronto apareció un anónimo ciclista en la ruta, se detuvo y me pregunto si me encontraba bien; yo solo le respondía por señas, pues aun no podía respirar normalmente, mientras el recogía toda una cantidad de despojos que había dejado yo sobre la pista, también puso mi bicicleta en lugar seguro, e inclusive cruzo la carretera para recoger mi encendedor que luego me entrego a la mano. No se quien era pero… Gracias!, muchas gracias!. Luego continuo su ruta con rumbo a Chontay, según me dijo.
Minutos mas, y aturdimiento menos, observe que mi bicicleta, si bien algo maltratada, con algunos golpes de más, y algunos accesorios de menos, aun estaba operativa, trate de subirme pero no pude; mi brazo izquierdo se negaba tercamente a obedecer mis ordenes y mi rodilla empezaba a doler bastante. Ni modo! A trepar la cumbre, de vuelta a casa, empujando el monoplaza.
Al llegar a la sima me detuve en la conocida tienda del lugar para tomar una gaseosa, pero a la hora de pagar, el dolor en el brazo no me permitía quitarme la mochila para sacar el dinero. La señora que despacha tuvo que ayudarme, fue ahí que me percate que mi mochila estaba hecha jirones al igual que mi polo y mi pantaloneta, y además habían manchas de sangre por todos lados.
Aun me faltaban 6 km. para llegar a casa, no hay señal de celular en esta zona y, con una sola mano útil, me resultaba imposible desarmar la bicicleta para abordar un taxi o colectivo… chesu! a seguir empujando; con el brazo izquierdo, cuyo dolor ya se estaba haciendo insoportable, amarrado a los tirantes de la mochila, cual improvisado cabestrillo, y dejando un rastro de gotitas de sangre por todo el camino, continué. No se que aspecto tendría yo, pero poco mas allá, un grupo de ciclistas que ascendía me vieron desde el otro lado de la carretera y uno de ellos me pregunto si me sentía bien; le respondí con señas que… mas o menos!.
Al llegar al cruce del desvió a Manchay; saque, de su desgarrada funda, mi celular que aun funcionaba a pesar de que le faltaba un trozo en una esquina. Se me ocurrió llamar a casa (grave error) para pedirle a mi esposa que fuera a la farmacia a comprar algunas cosas y luego viera si me podía recoger. Como yo nunca la llamo cuando me sucede algo (prefiero darle la sorpresa) ella supuso que la cosa era mas grave de lo que yo le había comentado. Al parecer se puso nerviosa y al poco rato recibí una llamada:
- Ya estoy en la farmacia, ya compre las cosas, pero… algo le pasa al auto y no lo puedo mover
-@#$%&!!!
Aun me faltaban 6 km. para llegar a casa, no hay señal de celular en esta zona y, con una sola mano útil, me resultaba imposible desarmar la bicicleta para abordar un taxi o colectivo… chesu! a seguir empujando; con el brazo izquierdo, cuyo dolor ya se estaba haciendo insoportable, amarrado a los tirantes de la mochila, cual improvisado cabestrillo, y dejando un rastro de gotitas de sangre por todo el camino, continué. No se que aspecto tendría yo, pero poco mas allá, un grupo de ciclistas que ascendía me vieron desde el otro lado de la carretera y uno de ellos me pregunto si me sentía bien; le respondí con señas que… mas o menos!.
Al llegar al cruce del desvió a Manchay; saque, de su desgarrada funda, mi celular que aun funcionaba a pesar de que le faltaba un trozo en una esquina. Se me ocurrió llamar a casa (grave error) para pedirle a mi esposa que fuera a la farmacia a comprar algunas cosas y luego viera si me podía recoger. Como yo nunca la llamo cuando me sucede algo (prefiero darle la sorpresa) ella supuso que la cosa era mas grave de lo que yo le había comentado. Al parecer se puso nerviosa y al poco rato recibí una llamada:
- Ya estoy en la farmacia, ya compre las cosas, pero… algo le pasa al auto y no lo puedo mover
-@#$%&!!!
Tamare!, ni modo, a seguir caminado, y además, añadirle un kilómetro extra a mi peregrinaje, hasta la Farmacia, para rescatar a mi supuesta rescatadora. Llegue a la farmacia en calidad de hamburguesa humana, siempre empujando mi bici, encendí el auto (solo se le había trabado el seguro de timón) y… ahora había otro problema; como ya les dije, no podía desarmar la bicicleta con una sola mano para meterla en el carro, mi mujer no tiene fuerza para liberar las “plumas” de las ruedas, el marco de esa bicicleta es muy alto para que ella pueda montarla, y yo ya estaba demasiado adolorido para seguirla empujando; así que… yo volví a casa en el auto y ella, a pie, empujando la bicicleta (en castigo, jejeje).
Una vez en casa, empecé a hacer un reporte de daños; al quitarme el casco, me di cuenta que si bien no tenia ni un solo rasguño en la cabeza; este, el casco, evidenciaba una serie de golpes en diversas partes; si no lo hubiera llevado puesto seguramente ahora habría un gran mural de grafitis, pintados a sangre y sesos, en el serpentín de la bajada a Cieneguilla. Moraleja; cuando salgan a pedalear, protéjanse!, usen cond… digo, casco!
Las manos también las tenia intactas, pero mis guantes; si, los nuevos, chesum..!, tenían las palmas desgarradas. Eso me hizo recordar la historia verídica, y por eso mismo voy a omitir el nombre (llamémoslo solo CLZ), de cierto ciclista que no usaba guantes, y en una caída sobre asfalto se despellejo las palmas y dedos de ambas manos; al tenerlas inutilizadas por buen tiempo, tuvo que sufrir la humillación de, cada vez que quería ir al baño, necesitar un “valet parking”; tanto para que le acomode el “vehiculo” como para que le limpie el “garaje” … se entiende, no?
Por lo demás; salvo las plantas de los pies y debajo de la lengua, todo el resto de mi era un solo de raspones, cortes, sangre y magulladuras. Mi brazo izquierdo dolía cada vez más, se movía cada vez menos, y mientras iba cogiendo una gama de tonalidades oliva, ya había perdido toda forma humanoide; pensé en la probabilidad de una fractura, así que me fui a un centro medico cercano (“Medicenter”):
- Señorita necesito que me atienda el medico; mi brazo…
- Lo han atropellado?
- No, no me han atropellado… me puede revisar el Doc.?
- Y como se hizo todo eso?
- me caí de la bicicleta, esta el doctor?
- Y donde se cayó?
- En el suelo, donde mas!, me van a atender o no?
- El doctor ha salido a almorzar, regrese en una hora
- “#$%&”#!!!
Una hora después;
- Señorita, ya llego el doctor?
- No y no contesta su celular, de repente ya no viene
- O sea que no hay atención en el centro medico?
- Si hay atención, trabajamos las 24 horas
- Y con que medico?
- Mire señor, si le duele mucho su brazo, vaya mejor a otra parte a que lo atiendan
- “#$%&!!!
Afortunadamente encontré otro centro medico no muy lejos de allí, donde si atendían y si había un doctor (la otra opción era buscar un buen veterinario, total…). Para no hacer mas larga la historia, solo añadiré lo que me dijo el medico:
- Ud. ha recibido un golpe “Grosero” en su brazo, afortunadamente todos los elementos óseos están completos, intactos y en su lugar, no así el tejido blando que esta hecho puré
Inmediatamente me clavaron un par de inyecciones y una “grosera” factura, de más de tres cifras, por concepto de cuatro radiografías y un poco de gasa y desinfectante. El camino de retorno a casa fue capitulo aparte; pues hasta ahora sigo manteniendo una seria discrepancia con mi mujer respecto a la” interpretación autentica” de las instrucciones del medico:
Según ella, el doctor dijo; “ no puede volver a montar bicicleta, por lo menos, hasta dentro de un mes” (o sea hasta Mayo 12).
Según yo, lo que dijo fue: “no puede volver a montar bicicleta, por lo menos, hasta el próximo mes” (o sea hasta Mayo 1°)
La verdad es que sin importar lo que dijo el medico, apenas pueda recobrar una relativa movilidad en mi brazo… a pedalear!
Texto y fotos: Carlos Garcia Granthon
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