miércoles, 28 de octubre de 2009

Ticlio Avalanche 2009



Ticlio – Lima
Octubre 11 de 2009

No me gusta llevar la bicicleta en bus, no me gusta hacer descensos sin trepar previamente y tampoco me agrada pedalear, en solitario, a las 5:30 de la mañana por las calles de Yerbateros. En fin, en estas zonas y a estas horas; ciclista detenido es ciclista asaltado, así que a pensar menos y a pedalear más…

Reunidos ya todos y con las bicicletas correctamente estibadas en la bodega; estamos Krilín, Gerson, Juan, Jonathan y yo, también debidamente estibados en la parte frontal del bus–camión, que por S/.10.00 promete dejarnos en Ticlio antes del mediodía. Sí, ya sé que viajar en la parte frontal del bus es peligroso; mas, si es un bus-camión, y peor aún en el segundo piso (el segundo piso no tiene chofer!) pero… pero comparado con lo que vamos camino a cometer; un loco descenso de 132 Km. de largo, sobre dos delgadas ruedas, a más de 70 kph, por en medio del pesado tráfico carretero, un domingo por la tarde de feriado largo y con nada más que unas muy ceñidas y putonas lycras sobre el cuerpo por toda protección!, pues…

Por lo pronto vamos matando el tiempo en el terminal de Yerbateros, mientras se llena el transporte al muy peculiar estilo del chofer; que cada vez que ve asomarse por el terminal a un potencial cliente, arranca el bus, lo adelanta, y hace el ademán de estar partiendo, el incauto pasajero cree haber encontrado justo un ómnibus en el que no tendrá que esperar a que se llene para partir y sube apurado. Una vez capturado el viajero; se cierra la puerta detrás de él, el chofer retrocede la máquina y se estaciona nuevamente a la espera de su próxima víctima.

A pesar de las criollas estrategias del chofer, hay poco pasaje y no es sino hasta las 7:40 a.m. en que por fin nos ponemos en marcha rumbo a las cumbres andinas. Afortunadamente la tertulia es amena y el viaje se hace corto.

- Carlos, por qué el ómnibus no puede subir en cuarta o quinta?
- Pues.. es igual que la bicicleta Juan; sería como trepar un cerro con la catalina grande y el piñón chico; con esa relación se puede desarrollar velocidad pero falta troqué para vencer la cuesta, es el principio de la palanca, el par de fuerzas…
- No entiendo.
- Déjalo Carlos – interrumpió Gerson - que va a entender!, acuérdate que la semana pasada, este marciano trepó pedaleando un cerro casi vertical, en el valle de la muerte, como si nada; es un extraterrestre! Para él no existen las leyes de la física!

- Carlos, tendrás en tu casa alguna cadena vieja de bicicleta que me regales?
- Si Krilín, seguro que si tengo una… para qué la quieres?
- para hacerme un llavero
- buena idea!... uhmmm…ups!,creo que ya no tengo ninguna para regalarte

Las 11:30 a.m. y estamos en Ticlio, a 4,818 msnm, desembarcando los monoplazas y sudando como cerdos con nuestras tres capas de abrigo, bajo los quemantes rayos del sol que nos reciben en reemplazo de la muy anunciada nevada pronosticada para hoy en la página del no siempre acertado servicio meteorológico.

Es curioso, el año pasado en estas mismas fechas habían más de 50 ciclistas aquí esperando la largada para el “Ticlio Avalanche 2008”. Este año decidimos hacer el “Ticlio Avalanche 2009” algo más privado, sobre todo después de que la última vez, uno de los participantes, algo novato, se partió la pierna (y la madre) al cruzar una línea férrea cerca de Corcona, por lo que Gerson, que lo había invitado, tuvo un cargo de conciencia que le duró 6 meses (el mismo tiempo que le tomó a su amigo volver a caminar).

Algunas fotos de rigor, alguna conversación con una pareja de motociclistas que viene de Huancayo, mientras Jonathan se ve obligado a añadir aire a su llanta con un inflador de mano; pero a esta altitud todo esfuerzo físico, por muy pequeño que sea… duele!. Algunos desperfectos en los monoplazas propios del maltrato en el transporte y algo de merienda e hidratación previa, nos ponen en la línea de partida, sobre el techo del mundo andino, recién a las 12:40 p.m.

El descenso es rápido, a pesar del turbulento y fuerte viento en contra; Gerson y Jonathan piloteando sus “Recumbentes” cortan el viento con facilidad, por momentos llegamos a alcanzar los 70 kph, rodando otra vez por sobre el lomo de nuestra vieja amiga, esa negra serpiente de asfalto que es la carretera central y que nos deja recorrer sus curvas de cuando en vez con cierta audacia, pero sin olvidar que, como toda serpiente, es peligrosa y al menor descuido nuestro, la atrayente adrenalina que segrega y nos atrae, puede convertirse en veneno mortal.

Un par de buenos huecos que no vi han dejado el aro delantero de mi fiel rutera poco menos redondo que una estrella de David, antes de entrar siquiera a Casapalca, donde sus legendarios canes, esa jauría de asalto entregada a la ciclofagia como dieta dominguera, afortunadamente duerme a pierna suelta, y rabo caído, la digestión de las sobras de algún festín previo, propio del mes morado.

Ya casi no me detengo, no es que no quiera hacerlo, sino que cada vez que aplico los frenos sobre mi maltrecho aro delantero; la vibración es tan fuerte que afloja pastillas, timón y…muelas! No son la 1:30 p.m. aun y ya estoy a las puertas del túnel Cacray, a 5 Km. de San Mateo, esperando al resto para reagruparnos… 1:45… 2:00… 2:10… Tamare! Algo habrá pasado?...ah, ahí vienen!, una pinchadura complicada en la Reclineta de Jonathan, en las inmediaciones de Chicla, los retuvo, ya estamos fuera de hora; parece que la exploración de la ruta alterna para evadir el Cacray queda pendiente para otra oportunidad.

El almuerzo en San Mateo es … bueno, no estuvo mal; el pollo en la vereda sabía bien, la mugre en las manos (léase; cubiertos naturales) le dieron la sazón “rutera” que le faltaba y la vieja loca que, luego de espantar a pedradas a los perros que nos rodeaban, se llevó nuestros platos aún sin terminar, mientras se alejaba gritando; “Chooooooosica, Chosica, sale para Chosiiiiiica” le puso la nota anecdótica.

El resto del descenso lo hicimos algo más calmados y bromeando, yo intenté infructuosamente pilotear la “Reclineta” de Gerson; medio complicadito de manejar resultó el juguetito ese, algún día me voy a construir uno… Krilín, que si la dominó bien, disfrutaba de las ventajas de la aerodinámica y la comodidad de pedalear echado hasta que… una loca travestida, que salió de la nada sobre una moto rosada, lo filmaba, perseguía y coqueteaba, revoloteando motorizado a su alrededor, por más de un kilómetro a la altura de Santa Ana.

Chosica nos recibió temprano, pero no nos dejó ir, a punta de pinchaduras en las llantas, hasta ya casi caído el ocaso. Un espejo de combi roto por vengativa mano propia (me cerró feo el muy hijo de madre non santa) le pone un poco de velocidad extra al retorno, que culmina bien y sin novedad en olor a smog limeño sobre las 7:00 p.m.. Uhmm… no estuvo mal pero…creo que siempre hay algo más de emoción en la primera vez.

Ver videos del descenso aquí y aqui (cortesía de Keniro.com)





Texto y Fotos: ©Carlos García Granthon
Todos los derechos reservados

Valle de la Muerte II





Octubre 04 de 2009
La Molina – Cieneguilla – Valle de la Muerte – Pachacamac – Cieneguilla - La Molina

Romper cadena al amanecer, trepando la cumbre de Cieneguilla, no es la mejor manera de comenzar el día, pero ya me estoy acostumbrando a pasarme toda la semana reparando el monoplaza para poder destruirlo en buena ley el domingo.

Afortunadamente salí más temprano y me sobra tiempo para las reparaciones al paso, en el óvalo de Cieneguilla, mientras espero al resto de convocados; Gerson arriba primero, Juan y Eduardo van descendiendo por el serpentín seguidos de Krilín que toca fondo y valle sin freno posterior.

Rato después vamos todos remontando la pampa de Tinajas a fuerza de pedal, hasta su origen en la convergencia de la quebrada de Bicho Prieto, ahora es sólo cuestión de encontrar el “cerrito” por el que hace seis meses descendimos Arturo y Yo cuando recorrimos el Valle de la Muerte en sentido inverso, ascendiendo de Pachacamac hacia Cieneguilla (Ver “Siki Suchuy” en este blog).

El paisaje ha cambiado un poco; no es tan fácil identificar la ruta, están lotizando, hay maquinaria… afortunadamente he traido un mapa para…

Carajo!, que bruto, me traje el mapa de Chosica!

Bueno, algunos calcinados huesos y calaveras (ninguna con casco) en la pampa, indican que vamos por buen camino, la pendiente se pone exigente y dejamos la trocha para seguir un sendero de cabras, bicicleta al hombro, por una pendiente rocosa e imposible de peda…

Oe! Juan, que no has escuchado?... dije: “Imposible de pedalear”, ya bájate de tu cleta y cárgala como todo ser humano normal.

Mientras el marciano de Juan nos humilla pedaleando una pendiente rocosa de más de 300 metros de desnivel y de 45° de elevación que yo a duras penas puedo trepar a cuatro manos, con mi “bicicletanque” al hombro, bajo el ardiente sol que nos calcina y nos advierte que estamos por ingresar al valle de la muerte; Krilín hunde su casco bajo el peso de su monoplaza que carga sobre la cabeza mientras maldice en extrañas lenguas al “iluminado” que escogió la ruta (Yo).

Eduardo, bueno… él es caso aparte, con la mirada y el pensamiento extraviados en el horizonte, allá a lo lejos, hacia donde bebimos por última vez una botella de líquido bajo la refrescante sombra de un árbol; sólo se sienta en una roca a medio cerro, se cuenta los dedos de las manos varias veces, habla solo, esquiva la mirada y cuando parece que ya nada peor puede pasarle… Paf! Psssssssssssss… su llanta posterior se revienta sin haber tocado suelo… uhmmm… seguramente se trata de alguna maldición gitana que lo persigue por alguna grave ofensa cometida…. Al final no le queda más remedio que terminar el ascenso llevando su bicicleta en “capítulos” hasta la cumbre... jejeje parecía todo un tortuninja con las ruedas a cuestas.

Son mas de la 1:00 p.m. ya alcanzamos la cumbre donde nace el “Valle de la Muerte”, faltan unos 15 Kilometros de pedregoso y no marcado descenso sobre ruedas, para reencontrarnos con la civilización.

El discurrir por el valle es… “entretenido”! Bueno, no se me ocurre otra palabra para definir un descenso ininterrumpido, por pronunciada pendiente de más de 10 km. de longitud, a buena velocidad, sobre lecho de afiladas rocas. En realidad tiene bastante potencial esta ruta, sólo falta que sea recorrida con más frecuencia para demarcarla bien … bueno, Krilín ya contribuyó bastante en ese sentido aquel día, dejando su celular (que perdió en algún lugar de la quebrada) como hito para señalar el camino a los que vendrán después.

Una imaginaria pero evidente línea de “llegada” trazada por gigantezca mano a través del valle y que marca una clara frontera entre el absoluto gris de la aridez y el húmedo verdor de las lomas; nos anuncia que hemos salido del “Valle de la Muerte” para ingresar en el “Santuario del Amancay”…

Poco rato después estamos en Pachacamac buscando almuerzo, para luego emprender retorno vía Cieneguilla y su serpentín… diablos!... no me gusta recurrir al transporte motorizado cuando salgo a pedalear, pero… ya es trade y no tengo luces, el tránsito está pesado en el serpentín, la deshidratación empieza a pasar factura, todos quieren subir en taxi… finalmente alquilamos una camioneta de “taxicarga” para que nos suba hasta la cumbre… si, subí en camioneta; confieso que he pecado!


Ver videos de la ruta aquí
(cortesía de Keniro.com)

Ficha tecnica y mas detalles de la ruta:
(Click Aqui)



Texto y Fotos: ©Carlos García Granthon
Todos los derechos reservados