miércoles, 30 de julio de 2008

Disculpe... Javier Prado Oeste?








Julio 27 de 2008


Con los feriados de fiestas patrias en curso; y miles de personas ansiosas por salir, todos a la vez, de esta ciudad para cambiar por unos días el estrés del día a día, por el gran congestionamiento que se genera en las vías de salida de la ciudad, donde miles de vehículos se atropellan en una loca carrera por ser los primeros en abandonar esta no menos loca urbe. Así las cosas; cualquier salida ciclística por las zonas próximas a Lima resultaba poco atractiva y bastante insegura, así que…

Las primeras luces del alba iluminan las ultimas piezas de nuestras bicicletas, que desarmadas sobre el pavimento del ovalo Santa Anita, esperan su turno para ser estibadas en el maletero de un colectivo con rumbo a Chosica. No me agrada mucho la idea; las bicicletas, nuestro “otro yo mecánico”, se maltratan mucho en el viaje y no es que la mía sea precisamente el ultimo grito de la tecnología o el state of the art de las bicicletas, pero así; viejita, pesada y fea (como mi suegra), es mi compañera de aventuras y con cada kilómetro pedaleado hay un cierto cariño ganado.

Tras algunas discusiones con el chofer, pues el precio pactado por el transporte al abordar había sufrido un súbito e inesperado incremento de índole ”aniversario patrio” durante el trayecto, llegamos a Chosica. Hora de armar las bicicletas nuevamente; ups! La llanta de repuesto del colectivo ha golpeado y “desviado el desviador”… “el enderezador que lo enderezare”… chesum...! Insisto; no me gusta la idea…

Mientras esperamos al cuarto mosquetero de la ruta de hoy, que viene en otro colectivo, pues al parecer su despertador no es de tan buena factura como su bicicleta, vamos por el infaltable vaso de extracto de maca y pan con camote.

Ahora si los cuatro: Armando; maestro y guía de Perú Riders, Octavio; sumo pontífice de Cicloaxion, Carlos; tocayo y solitario pedalero de Chorrillos y Yo; indiscreto escribidor de estas líneas; esperamos nuestro turno en el parque Echenique para subirnos al bus e ir cómodamente sentados justo debajo de la parrilla donde van nuestras muy incómodamente apiladas bicicletas. Definitivamente no me agrada la idea…

Matucana nos recibe a nosotros, y nosotros recibimos a nuestras bicicletas que bajan algo golpeadas de la parrilla del ómnibus. Armando busca su cámara para filmar y todos buscamos un baño para… (Mucho liquido, mucho frío, mucho rato…). Las fotos de rigor en la plaza principal y la estación del tren y… al fin, hora de pedalear!

En ascenso rumbo a San Mateo; los primeros 5 Km. resultan bastante suaves, mucho mas suaves de lo que habíamos previsto, vamos promediando poco mas de 14 kph… Uhmmm… las Leyes de Murphy nos vienen a la mente en la primera parada y… si! después se puso feo el ascenso, casi tiro la toalla tres kilómetros mas adelante!… un segundo aire me puso de nuevo en ruta y retomo el ritmo, proseguimos el trayecto amenizando un poco con alguna oportuna ocurrencia de Octavio quien luego, al final del ascenso, sin querer le pondría titulo a esta crónica.

Los túneles son siempre un problema, habían dos; el primero no me molesta. El segundo, de 199 metros de longitud y cuyo nombre no recuerdo, me da un buen susto; al ir a medio túnel en completa obscuridad; pise “algo” gelatinoso, probablemente algún pobre animalillo atropellado en la vía, justo en el momento en que ingresaba, por el extremo opuesto, un vehiculo con las luces altas encendidas que me ciegan totalmente; todo se pone negro y pierdo la noción de arriba y abajo, la bicicleta patina de izquierda a derecha sobre ese “algo” y no se si vengo, voy, ya me caí, o sigo en pie… Horrible oye!... ufff, el susto pasa y la visión vuelve… sigo vivo, sigo pedaleando, sigo en el grupo.

La última pendiente en serpentín nos eleva, con no poco esfuerzo, a nuestro destino; San Mateo de Huanchor. Es poco más o menos la 1:00 p.m. Con el desayuno como vago recuerdo en nuestros estómagos y luego de 20 Km. de pedaleo en respetable pendiente, irrumpimos en plaza publica en medio de las celebraciones patrias; varias decenas de fogones donde se cocinan desbordantes chuletas y aromáticos anticuchos llaman, cual canto de sirenas, a mas de uno de nuestros sentidos mientras algo se escucha por los altavoces; algo respecto a unos deportistas… en fin! El efecto gastro – hipnótico de las jugosas carnes nos retiene, el altavoz es mas fuerte y sigue repitiendo lo mismo, no le prestamos atención, solo vemos las chuletas, solo oímos el crujiente tostar de las carnes, la boca se hace agua, el paladar se hace ilusiones. Sin despegar la vista de la parrillera tentación nos tomamos unas fotos junto a la pileta, donde aun se percibe el olor a papas doradas, choclo serrano y carne a la parrilla; el altavoz sigue insistiendo por enésima vez, esta vez en tono muy enérgico,... que dice? Ahhh, eso era… ups!, con el hambre no nos dimos cuenta, y ya tenían como 15 minutos repitiendo desde el podio:

“ … Y en este momento hacen su ingreso a esta plaza cuatro distinguidos ciclistas, dignos deportistas, que nos honran con su presencia en las celebraciones por fiestas patrias y a quienes invitamos cordialmente a acercarse al estrado…”

Aunque yo difícilmente califico como deportista… ni modo!, el saludo, las fotos de rigor con los funcionarios públicos, la entrega de folletos turísticos y algún compromiso de Armando para una posterior entrevista con el alcalde. Realmente muy hospitalarios, nos trataron bastante bien. (Gracias San Mateo de Huanchor).

Un paseíllo por el pueblo, el mercado… es temprano, conversamos sobre adonde ir; …en realidad el ascenso no fue tan difícil… un par de kilómetros mas no estarían mal… el infiernillo no esta lejos… total, ya llegamos hasta aquí… Vamos!

Otra vez en la ruta, pedaleamos de un solo tirón y a buen paso los 4 Km. hasta “El Infiernillo”, aquí a 99 Km. de Lima y cerca a los 3,400 msnm, la mayoría de los automóviles que transitan por la carretera, al pasar junto a nosotros, aminoran un poco la velocidad y nos quedan mirando. Cuando nos detuvimos para tomarnos algunas fotos bajo los puentes, algunos vehículos sobrepararon y hasta hubo quien nos fotografió. Cada vez que esto sucedía; Octavio hacia el ademán de acercarse al vehiculo y yo no entendía el porqué. Mi curiosidad pudo más y le pregunte:

- Les quieres decir algo?
- Si, quiero hacerles una broma
- Una broma, Cual?
- “Disculpe… Javier Prado Oeste?”

La última parada fue en la boca del túnel Cacray, aquel profundo hoyo negro que con sus 580 mts de longitud ha sido el protagonista en más de un Anecdotario. Le mostré a Armando la “ruta alterna” para evitar el túnel y poder continuar (en otra oportunidad) sin tener que arriesgarse a pasar por el famoso Cacray. Como en este punto el ascenso llego a su fin y como ya dije antes; Deportista, pues… no soy! Me pareció oportuno cometer un pequeño sacrilegio y… encendí, con sumo placer, un cigarrillo que ya me venia provocando hace rato. Mientras disfrutaba del sabor a tabaco y satisfecho con mi rendimiento en el ascenso, le dije a Armando;

- Creo que ahora si llego desde Lima hasta San Jerónimo de Surco, no?
- ©0#$%@&## !!!

No, aquí no termina el relato; aun estamos a 99 Km. de Lima, es tarde y todavía no hemos almorzado. Un rápido descenso hasta San Mateo nos lleva por el otro lado del pueblo, donde Armando nos muestra algunos lugares de interés, la iglesia y la otra plaza; en esta no nos recibe el burgomaestre, mas bien nos expulsa un borracho… en fin!. Almorzamos en un restaurante donde dan servicio de custodia a las bicicletas, lugar modesto, pero de atención y comida generosas.

Hora de retornar; son bastante mas de las 3:30 p.m. y a bordo de nuestros monoplazas descendemos por los serpentines de la carretera central a velocidad considerable, cual escuadrón de combate en pos de un objetivo, en maniobras evasivas y casi acrobáticas, sorteando camiones, buses y algunos autos en nuestro loco zigzagueo por entre el transito carretero, unas veces en fila india otras en formación en V, vamos navegando a todo pedal por sobre el asfalto con la única protección de nuestros ligeros cascos. El frío viento de la tarde serrana congela nuestros dedos y frenar se hace difícil

- Armando, a cuanto vamos?
- 56 kph

Caemos en Chosica antes que el sol caiga en el horizonte; el congestionamiento de transito esta infernal, Octavio prefiere culminar aquí el pedaleo y lo embarcamos en un colectivo a Lima. No, yo no vuelvo a meter mi bicicleta en un colectivo!; nosotros tres seguimos sobre ruedas; la noche es ya absoluta y las cunetas, jardines, veredas, canchones y bermas nos sirven como ruta “Cross Country” para sortear el trafico totalmente embotellado entre Chosica y Chaclacayo. Saltamos sobre rampas, huecos, matorrales y vidrios

- Armando, a cuanto vamos?
- Entre 30 y 40 kph.

Luces de emergencia atrás y linternas adelante nos llevan por el carril izquierdo en Vitarte… total, vamos mas rápido que los autos en el embotellamiento!... En la entrada a Puruchuco me despido y tomo mi desvío a casa ; fue una buena salida, siempre es un placer pedalear entre amigos. Son las 8:00 p.m. cuando guardo mi bicicleta en casa, han pasado 15 horas desde que salí en la madrugada.

Fin

miércoles, 23 de julio de 2008

San Bartolome


Julio 13 de 2008

Me quede dormido!, son las 5:30 a.m. y tengo que estar a las 6:15 en la carretera central para unirme al grupo de ciclistas que sale con destino a Matucana. Un raudo desayuno, cojo los implementos y demás parafernalia ciclística que deje anoche sobre la mesa y salgo volando (léase; pedaleando) rumbo al punto de encuentro, ya con un par de kilómetros de recorrido y medio dormido aun; me doy cuenta que olvide la cámara de repuesto y mi bebida rehidratante en casa. Chesu!, en fin! Ya es tarde para regresar…El Market de un grifo en el camino me soluciona el problema hídrico, pero la cámara… ojala no se me baje la llanta, por que una cosa es pedalear por la carretera, y otra recorrerla con la bicicleta al hombro .

Voy pedaleando fuerte para llegar a tiempo y el sueño va dejando lugar al cansancio… cansancio? Pero si voy de bajada y son solo unos 10 kilómetros?... uhmm… bueno, ya voy llegando al punto de encuentro, llamo a Armando, experimentado rutero y líder de esta expedición, para ver por donde anda el grupo:

- Alo, Armando; ya estoy en la entrada de Puruchuco
- Hola Carlos, ya estamos cerca, espéranos ahí

Mientras llegan me bajo para sentarme al borde de la vereda; jalo la bicicleta hacia mi pero esta no se mueve, parece clavada al piso; una ramita se había enganchado en uno de los cables atascándolo y… recién me doy cuenta que me he venido pedaleando con el freno posterior pegado, con razón me canse.
Mientras anto espero no tener problemas con ningún parroquiano ebrio con ganas de jolestar, que sale de alguno de los innumerables lupanares, venusterios y chichodromos de esta no muy santa zona que aun se encuentra bajo el cómplice manto de la noche… que suerte! Justo veo venir hacia aquí las luces y circulinas de una camioneta de serenazgo; pero… una camioneta tan chica?, será un ovni volando bajo?... ah , no! Es… Es Armando; que viene pedaleando con multicolores luces de emergencia instaladas en los 64 puntos cardinales de su plano de navegación, mas una intermitente azul sobre el casco. Buena idea, así cualquiera lo ve en el trafico nocturno; y pensar que yo solo traigo una intermitente roja colgada de mi mochila.

Armando llega solo con Aníbal, al parecer el resto de inscritos para la jornada se quedaron dormidos. Los breves saludos y presentaciones del caso son el preámbulo para ponernos en camino; sobre la marcha me van dando algunos tips para conservar energía y no “quemar piernas” antes de tiempo; además nos vamos intercambiando la delantera, siempre mirando por sobre el hombro para ver que estemos completos; Armando, yo y….. y Aníbal? Donde esta? Diablos!... tras varios minutos de espera retornamos un trecho para buscarlo; se había quedado a degustar una infusión al paso en alguna trasnochada carretilla de la carretera. Seguimos pedaleando; ahora si Armando, yo y… y Anibal? Otra vez!, otra emoliente?, bueno pues, ya nos alcanzara.

Varios kilómetros adelante, ahora si los tres en grupo, y ya bajo la brumosa luz invernal vespertina, nos topamos con un poste de luz atravesado en la carretera, que seguramente se le “cruzo intempestivamente” al chofer del vehiculo que ahora tenia adosado en su base. Armando se detiene para tomarle una foto y empezar la filmacion, no se da cuenta y para justo bajo el caído cable de alta tensión que esta a pocos centímetros de volver a encender, por simple inducción, la circulina azul de su casco y de paso achicharrar todo lo que hubiere debajo de este. Yo no traje cámara fotográfica esta vez para disminuir peso en la mochila, que ya a poco de haber comenzado el día me esta irritando seriamente los hombros… Debería de instalar una parrilla en mi bicicleta.

Sin mayor novedad y con solo una breve parada en el grifo del Km. 21; llegamos a Chaclacayo para una escala técnica; reposición de líquidos (dejados en el baño del grifo), y la ingesta de algún plátano para evitar los calambres (funciona!... les aseguro que funciona!).

En camino a Chosica hacemos solo una parada; en el Km. 28, en la curvita de los cañaverales donde eventualmente alguien deja alguno que otro cadáver para mantener en alto el rating de los noticieros y las estadísticas criminales. Esta parada fue por mi culpa… mea culpa… a lo que alguien contesto; mea… mea rápido, que ya estamos atrasados!

Ya en Chosica; esquina de la carretera con la calle Echenique, una vivaz chica nos recibe en su carretilla e improvisado cicloparqueo, con un vaso de caliente extracto de maca y un pan con camote, ambos por S/. 1.20, que nos alcanza en mano antes que pongamos pie en tierra. Este servicio “drive in”, para reponer energías y carbohidratos, es parada obligada y punto de encuentro de muchos ruteros.

Es momento de aligerar la ropa y pasarla a la cada vez más molesta mochila; tengo que instalarle una parrilla a mi bicicleta!. Aquí nos da el alcance Arturo, afable ciclista que suele pedalear cada domingo hasta Matucana, con la naturalidad de quien sale a comprar el periódico. Armando nos presenta a mi y a… y Aníbal? Donde esta? Otra vez se fue!... algunos minutos después; aparece y retomamos el ascenso los cuatro.

Camino a Corcona, donde la cuesta ya se deja sentir, vamos lento pero seguro. Otra escala técnica para “reciclar” líquidos, es nuestra primera parada en este tramo; a la altura de Santa Ana junto a la línea del tren, tren que no tarda en pasar frente a nuestras narices y que si hubiera pasado un minuto antes podría haber dejado como eunuco a mas de uno. Aquí nos alcanza, rebasa y saluda un pelotón del “Team San Juan”; ciclistas deportivos que suelen entrenar en esta zona. Ya nos íbamos a poner en camino nuevamente cuando… Ups!, la llanta delantera de Aníbal esta pinchada; si, esa llanta que tiene un protector interno especial que se supone imperforable y por lo tanto es a prueba de todo; de todo menos de una pequeña espina de cactus, cactus que pareciera decirnos; “disculpen, no sabia que era imperforable”.

A Corcona llegamos sin novedad pero con sed. El “Team San Juan” descansa en un kiosco el fin de su exigente ruta y ritmo de entrenamiento, mientras nosotros proseguimos hacia otras altitudes.

Camino a Cocachacra, yendo adelante del grupo, pise una botella de vidrio que no vi, pero que si oí cuando estallo bajo mi llanta; afortunadamente solo ocasionó un corte en la cubierta posterior sin comprometer la cámara que no tenia como reponer. Paramos frente al desvío a San Damián para ingerir algo de líquido y alimento, que inmediatamente transferimos vía corriente sanguínea a la multitud de palúdicos alados que nos acribillan las piernas.

Túnel de por medio, y totalmente fuera de cronograma, llegamos a San Bartolomé a la 1:00 p.m. Ya casi sin piernas es hora de tomar decisiones; si bien Arturo se ofreció muy amablemente a intercambiar monoplazas, pues el suyo tiene relaciones mas bajas de catalina/piñón que podrían haberme permitido llegar hasta San Jerónimo de Surco con menor esfuerzo, pero por un lado tengo que guardar algo de resto físico para el retorno y poder subir la cuesta de la carretera a cieneguilla para llegar a mi casa y por otro lado; si algún día rompo una bicicleta, que sea mía y no ajena. Así las cosas; me despido; fue un placer pedalear con ellos, pero hay que saber cuando dar media vuelta. La proxima vez sera!

Mientras Armando, Arturo y Aníbal prosiguen hacia San Jerónimo; yo retorno en solitario, lo hago rápido; una escueta parada en Chosica por un sándwich y liquido es mi único intermedio hasta Vitarte; sorteado este pequeño infierno asfaltado y lineal, ingreso a la izquierda por Puruchuco con la intención de tomar un pequeño descanso, pero… noooooo! Hay partido en el monumental!... Las barras bravas… la policía… la multitud!... Tamare! No se de donde saque piernas para volar sobre mis dos ruedas por todo el frontis del estadio, pasar por el Banco de Crédito, tomar la pequeña cuesta de Club Ecuestre y parar a la espalda de Molicentro, en el ya acostumbrado minimarket de “Los Tres Chanchitos”.

Desde que salí en la madrugada, llevo ya unas diez horas sobre mi monoplaza, es necesario un breve descanso antes de embestir la cuesta de los últimos 4 km. que me llevan a mi casa. Uf, ahora si que ya no doy, si bajarme de la bicicleta me cuesta trabajo, no es nada en comparación con tratar de quitarme la mochila cuyos tirantes tengo incrustados en los hombros; he tenido que volverme a poner el buzo, cuanta cosa traía y hasta la luz de emergencia en pleno día, para aligerarla lo mas posible. Definitivamente tengo que instalarle una parrilla a mi bicicleta! En fin, primero a avisarle a Armando que tengan cuidado con las barras bravas cuando retornen, y luego a descansar un ratito, pero… suena mi celular… no! Otra vez no! Igual que el domingo pasado… yo creo que mi esposa me rastrea con GPS!:

-alo
-por donde estas?
-cerca a la casa, igual que el domingo pasado, por que?
-te llevaste la mochila?
-si, justo te quería comentar que..
-ya, ya, después me cuentas, aprovecha que estas con la mochila y traes unos plátanos, tangelos, manzanas y granadillas porque ya no hay fruta en la casa.
Texto: © Carlos Garcia Granthon
Fotos: © Armando Morante
Todos los derechos reservados

Corcona

Julio 6 de 2008

Con San Bartolomé en la mira como destino y sin desayuno camino al intestino, estoy otra vez pedaleando sobre la carretera central; voy entrando a Chaclacayo con buen tiempo y mejor resto físico que a última vez. Son las 8:20 a.m. y la panadería que me recomendaron como parada obligatoria, para todo buen ciclista rutero que necesita reponer líquido y carbohidratos, me recibe con una cola de varias decenas de parroquianos que esperan su turno para comprar el infaltable pan del desayuno dominguero. Inútil detenerse, sigo a pedal hasta casi llegar al puente Los Angeles donde una bodeguita me proporciona una Coca-cola acompañada de los infaltables kekitos encargados de dar los buenos días a mi ya hambriento estomago.

Parado al borde de la pista, junto a mi monoplaza, aun no había terminado de destapar la botella y abrir el paquete con los horneados entremeses, cuando vi a lo lejos aproximarse un pequeño grupo de coloridos ciclotransportados en ascenso por la misma ruta; buena oportunidad para acoplarme al grupo y subir por el transito carretero, en la seguridad que proporcionan mas de dos ruedas del mismo gremio girando juntas. Para que no se me vayan a escapar, me atraganto lo mejor que puedo mi improvisado desayuno desperdiciando mas de la mitad, levanto la pierna por sobre el asiento para ponerme en marcha y… solo alcance a escuchar tres sordos zumbidos de aire pasar por mi costado para luego perderse en la lejanía… demasiado rápido para mi! A ese ritmo vendrán desde Lima? uhmm... bajo nuevamente la pierna y trato de erguirme para no ahogarme con el gas de la bebida, que se me regresa por la nariz al encontrar el camino esofágico obstruido por los apresuradamente comprimidos kekitos.

Aun con vapores de vainilla y cola emanando de mi fosas nasales, arribo a Chosica; intercambio un raudo saludo con dos ciclotransportados sentados al borde de la carretera, en una mesa de buen ver y mejor degustar; prosigo hasta el parque principal y me detengo para localizar dos cosas; el origen de un zumbido en el eje posterior y… un desayuno pacifico y decente!

No había terminado de poner pie en tierra cuando veo venir a los ciclistas del provocativo desayuno que reanudaban la marcha; ahora si; con estos si me acoplo!. Otra vez sobre la bicicleta voy pedaleando detrás de ellos, van a un ritmo aceptable y no tengo problemas en seguirlos, pero… saliendo de Chosica; me cierra una combi, para esquivarla me subo a la infaltable franja de tierra lateral y… zas!... un gran hueco sin tapar de un hidrometro sin colocar, y por supuesto… sin señalizar! No me caí, pero se me descentro el codo del timón y tuve que parar para ajustarlo a pocos metros donde otro ciclotransportado compraba galletas en un kiosco. Retomo rápidamente la marcha, pero ya es tarde para darles el alcance.

Nuevamente en solitario (lo mismo parecía decir mi estomago), sigo por la ondulante y ascendente carretera; casi a la altura de la “Alameda y hacienda Club” me cruzan en camino de retorno; los dos ciclistas del suculento desayuno chosicano seguidos por el trío veloz de Chaclacayo, al parecer no habían ido muy lejos. Un par de kilómetros mas arriba, la cuesta y la falta de desayuno y descanso se sienten; un fuerte calambre en la pantorrilla derecha me obliga a orillarme junto a una gruta, en una curvita de la carretera poco mas arriba del desvío a Lanca; el ciclista de las galletas, que al parecer venia detrás mio, me pasa y me anima a seguir pero yo permanezco sentado en una piedra con mi hambre y mi calambre por varios minutos, pasa otro ciclista , y otro, y otro…

Pensando que era muy temprano para abandonar el ascenso; vuelvo a la carga y a los pedales, el calambre sigue molestando y ha unido esfuerzos en mi contra con un inesperado dolor de rodilla. A la entrada de Corcona un improvisado patio de lavado de camiones me sirve para un refrescante enjuague de agua fría, aclara mis ideas y pone fin a mis expectativas de llegar a San Bartolomé y a mi… aceptémoslo; mal ejecutado ascenso!

El retorno que yo esperaba mas tranquilo, no lo fue tanto; llegando a Chosica me dirigí al boulevard del Cristo blanco en busca de algo, lo que fuere, para ingerir; pero de improviso, un escatocefalico sereno de la municipalidad, me sale al frente argumentando que por ahí el transito de bicicletas esta prohibido. Ante tal absurdo y habiendo dejado mi educación en alguna curva del camino; directamente lo “Encomendé a Dios”(levantando mi mano frente a su rostro y señalando al cielo con mi dedo medio), creo que el lo interpreto de otra forma… como sea, no dejó de seguir increpándome y tocando su silbato a mi costado durante todo el rato que permanecí allí. Me gustaría saber por que no cuidan con tanto celo su puente colgante, aquella hermosa y emblemática obra de ingeniería que esta literalmente en situación de abandono cultural. En fin!…compre un helado en una tienda y reanude mi ruta.

Pensé parar en Chaclacayo, pero me percate que si bien a esa hora, aproximadamente las 11:30, el trafico de subida era endemoniado; los carriles de retorno en la carretera estaban casi desiertos, esas oportunidades no se desaprovechan! así que apure los pedales y baje todo lo rápido que pude. Ese calculo si me salio bien; los siete infiernos del Dante, en que normalmente se convierte el transito en el tramo de vitarte, estaban bastante suaves y el promedio normal de bestialidades por Combi/kilómetro había descendido notablemente.

Pasando frente al estadio monumental, me tope con otro ciclista en ruta de retorno que solo alcanzo a decirme; “me voy rápido para ir a Matute a ver el partido”. Yo seguí mi camino hasta Molicentro, pero recordando que aun mantengo serias “discrepancias irreconciliables” con los administradores del lugar, respecto a los parqueos de bicicletas; me fui a la vuelta, a un minimarket llamado “Los Tres Chanchitos”, y para sorpresa mía; ahí proporcionaban a los ciclistas servicio gratuito de vigilancia, candado, cadena y poste (bueno, el poste lo proporciona Edelsur).

Gaseosa en mano y empanada en mesa, sin el mínimo de resto físico en las piernas y totalmente agotado; me senté en la terracita del local a meditar sobre la posibilidad de echarme una siestecita antes de pedalear los últimos 4 Km. cuesta arriba para llegar a mi casa. Cuatro miserables kilómetros que en ese momento me parecían 400! Pero… sonó mi celular, era mi esposa:

- Alo
- Donde estas?
- Cerca de la casa, en un rato llego
- Ven rápido, ya es tarde y acuérdate que tienes que llevarme a la peluquería, hay que hacer las compras de la semana, no has regado el jardín, tienes que poner el bidón de agua en el dispensador, se quemo el foco de la cocina y además me prometiste que hoy ibas a ordenar tu taller y todos los fierros esos que tienes tirados en el car port.

Chosica por primera vez

Mayo 7 de 2008

Era mi cumpleaños y sin nada mejor que hacer esa mañana, cogí la bicicleta y empecé a pedalear para hacer unos recados que me había encargado mi esposa y de paso dar una vuelta por ahí. Pero me entusiasme, olvide por completo los recados (menudo olvido!) y seguí pedaleando rumbo a la carretera central.

El día recién comenzaba, con mi casco reglamentario nuevo y reluciente, la bicicleta y toda la parafernalia del ciclista de ruta impecables también, iba pedaleando por la Av. Prolongación Javier Prado; poco mas allá del estadio Monumental. Cerca al desvío a las ruinas de Puruchuco, al pasar junto a un sereno de la municipalidad de Ate; este, suponiéndose gracioso o tratando de lucirse ante alguien, me grita:

- “Compro bicicleta!”

Solo alcance a responderle, sin siquiera voltear:

- “Te la cambio por tu hermana!”

El trafico por la carretera, en el tramo comprendido entre Puruchuco y el desvío de la Av. Ramiro Priale es infernal, entre los vehículos impera la ley de la selva, y claro; una bicicleta no infunde mucho respeto en esas condiciones; esquivo las combis y moto taxis de la mejor manera posible, los buses y camiones son otra cosa; sus espejos laterales altos y salientes van en pos de mi necia cabeza como guadañas en busca de un trofeo. Voy a media velocidad, suficientemente pegado a la derecha como para que no me pase por encima algún descomunal y ancho camión que lleva maquinaria pesada a las minas de la sierra.

Cerca de la municipalidad de Ate, sin necesidad de voltear, presiento la peligrosa proximidad de una combi por mi izquierda que sigue acortando distancia, de pronto; un paisano atiborrado con unos 27 coloridos y dispares paquetes (si, los conté) salta a la pista delante mío!; salta en esa muy estrecha franja de vida por la que pedaleo entre el trafico que me acorrala por la izquierda y los kioscos y ambulantes que me bloquean cualquier escape, en caso de emergencia, por la derecha. El tipo me mira e ignorándonos totalmente a mí y a mi frágil vehiculo, como si yo fuese algo así como una imagen holográfica que, proyectada por ahí, puede simplemente desmaterializarse al contacto físico o solo con el pensamiento; él ha saltado frente a mí para hacerle señas a un bus. No hay tiempo para nada; si freno la inevitable colisión hará que ambos terminemos bajo las ruedas de la combi… ni modo!; agacho la cabeza para protegerme del impacto con el casco, abro los codos para resguardar las costillas y pedaleo duro, piso los pedales con todo el peso de mi cuerpo y toda la rapidez que mis piernas me permiten; siento el golpe en mi hombro derecho que ha impactado de pleno en el pecho del hombre, el impacto es fuerte, es fuerte pero fugaz, no altera mi curso ni equilibrio, el imprudente hombre cae sentado en la acera rodeado de sus condenados paquetitos que aun no terminan de llover por toda el área. No me detengo, para que? No creo que este de humor para comprender que en realidad si hubiera frenado podríamos haber muerto los dos, así que después de todo… se puede decir que le salve la vida!

La batalla por la supervivencia en el caótico transito continua; los ojos alertas, las manos firmes en el timón, las piernas impulsando con energía mi monoplaza y… y el celular zumbando en mi bolsillo!.. Diablos, justo ahora, quien será?

- alo?
- Feliz cumpleaños!
- Hola Pilar, gracias por acordarte
- Y como la estas pasando?
- pues… literalmente “de novela”
- donde estas?
- saliendo de Lima, bueno eso intento
- te vas de viaje?
- no, solo estoy pedaleando rumbo a Chaclacayo
- en bicicleta?... aaaasu!

Después de Huaycan, el transito es mas suave y la carretera mas amplia; es un alivio pedalear así, tranquilo y sin mayor novedad hasta la entrada a Chaclacayo donde hay una pequeña cuesta que… demonios! Me olvide que traía instalado el juego de piñones “para uso urbano” que son una delicia para correr, pero por ser pequeños y dar una relación muy alta con respecto a la catalina, requieren mayor esfuerzo y por lo tanto no son precisamente lo mas recomendable para trepar. Normalmente esa pequeña cuesta no seria problema, pero después de mas de 25 kilómetros de pedaleo sin parar, la mitad de los cuales luchando por mi vida…

En fin, llegue al parque principal de Chaclacayo con un tiempo exacto de 1:30 horas desde mi casa, bastante cansado entre en una bodega para reponer líquidos, y luego de descansar unos 15 minutos me disponía a volver a Lima cuando ví pasar, en transito hacia Chosica, a otro ciclotransportado exhibiendo toda la clásica parafernalia del ciclista de ruta (casco, lentes ámbar, guantes, polo de color llamativo para que lo vean los automovilistas, short de licra, etc.). Como parecía ser bastante experimentado se me ocurrió seguirlo para estudiar su técnica de ascenso, así que subí nuevamente a mi monoplaza y me mantuve pedaleando a su ritmo (que no era precisamente el mío) a unos 100 metros detrás de el.

A las puertas de chosica, a la altura de la quebrada de San Antonio del Pedregal, hay un badén para el paso del huaico seguido de una pendiente, cortita pero muy pronunciada, las piernas ya no me daban y los piñones pequeños no me ayudaban en nada; pero me resultaba poco honorable abandonar ahí, a tan pocos pasos de la plaza de armas de chosica, así que seguí pedaleando, con lagrimas en los ojos pero seguí hasta la plaza de armas... al llegar y detenerme no podía bajarme de la bicicleta, me dio calambre en ambas piernas y solo atine a recostarme contra un poste por el cual pude “Chorrearme” hasta el piso donde quede sentado por espacio de 20 minutos en total estado de extenuación.

Medio recuperado pero con las piernas aun temblorosas, me fui a dar un breve recorrido por el pueblo; hacia tiempo que no visitaba sus calles, su legendario puente… el puente!, pobre puente! Esa hermosa obra de ingeniería y emblema histórico de Chosica, esta literalmente hundido en una especie de mercadillo que lo ahoga en un laberinto de kioscos, anuncios y planchas de triplay… que lastima, que pena, y que vergüenza!, realmente se me quitaron las ganas de seguir paseando,. Y después estos alcaldes tienen la cara para lanzarse a la 3ra, 4ta y hasta 5ta reelección!

Hora de retornar; en fin, todo el trayecto es de bajada así que no hay problema. Bueno eso fue lo que pensé, pero… saliendo de Chosica empezó a soplar un muy fuerte viento en contra, que me obligo a pedalear duro todo el regreso hasta Vitarte. El viento era tan fuerte que aun estando en bajada, si dejaba de pedalear en la bicicleta, esta se detenía totalmente; sin contar, y digo “sin contar” pues me fue imposible llevar la cuenta de la cantidad de bolsas, periódicos y demás desperdicios que mi invisible enemigo me arrojaba en la cara durante todo el trayecto. Tampoco pude llevar la cuenta del número de huecos en que me metí, segado por las nubes de polvo que se me introducían en los ojos. La próxima vez, antes de retornar, sacrifico un carnero en honor a Eolo en plaza publica aunque me crean loco.

Llegando a vitarte el cruel viento amaina pero sede su lugar a las aun más crueles combis y sus temerarias imprudencias. En este sector la carretera es muy estrecha y no hay un mínimo espacio libre de salvación entre el asfalto y la acera; bastaría un leve rose con un vehiculo para terminar como “Graffiti” pintado a sangre y hierro en alguna fachada de los innumerables talleres informales de pirotecnia que están al borde de la carretera. Es aquí cuando descubro una técnica eficaz para repeler las acometidas de los motorizados; cada vez que alguien se aproxima demasiado (aunque no lo crean muchos lo hacen a propósito); un fuerte manotazo en el espejo lateral del agresor soluciona el problema. Al salir de Vitarte tenía la palma de la mano izquierda totalmente enrojecida.

Aliviado, pedaleo nuevamente por las inmediaciones del estadio Monumental y rumbo a casa (aun me faltan 8 km. en subida para llegar hasta Sol de La Molina) voy haciendo un recuento mental de la travesía, por que me había cansado tanto?, las cosas que debo corregir para mejorar mi rendimiento, el ritmo mas lento, el juego de piñones apropiado, la mochila mas ligera… La Mochila!, demonios, como lo olvide!, el encargo de mi mujer… si por eso salí de casa!… he pedaleado todo el recorrido cargando con 4 Kg. de ropa sucia en la espalda que debía haber dejado en la lavandería!

Ciclonudismo en Lima

Febrero 10 de 2008

A pocas semanas de tener mi propia bicicleta ví un anuncio pegado en un muro por mi casa, que convocaba a una bicicleteada organizada por la municipalidad de La Molina; así que con mi reluciente monoplaza ciclopropulzado (léase juguete nuevo) me presente a la hora y lugares señalados pensando encontrar a un grupo pequeño de ciclistas que por alguna razón no habían podido salir de Lima para disfrutar un radiante y soleado domingo playero en el sur. Pero… sorpresa! habían mas de 1000 ciclistas en la explanada de la municipalidad, ordenados en varios pelotones por edades…quien iba a pensar que el ciclismo tenia tanto arraigo. Mientras esperaba el inicio del evento e intercambiaba algunas frases con mis nuevos compañeros de gremio; alguien me paso un volante que curiosamente no bote y guarde en mi bolsillo sin prestarle mucha atención.

La bicicleteada se desarrollo sin mayores novedades en el recorrido por toda la Av. Raúl Ferrero, a pesar que en los pelotones se pedaleaba literalmente codo a codo y rueda a rueda; ante tal proximidad de pedaleros en movimiento; hubiera bastado un simple estornudo, un desvío de unos pocos centímetros para ocasionar un accidente en cadena; afortunadamente no ocurrió nada.

A la mitad del recorrido llegamos al parque Miguel Grau en la Urb. Sirius donde literalmente “al paso” nos daban una botella de agua mineral que, por el calor reinante, todos los ciclistas engullían con avidez y luego descartaban el embase con rapidez en las áreas verdes, veredas y pórticos de las casas circundantes. Creo que ese día se estableció una nueva acepción para la palabra “embotellamiento”. Me pareció poco lógico y correcto el que una bicicleteada con fines de difusión de medios de transporte ecológicos, tenga como consecuencia la total contaminación de toda una Urb. con envases de polipropileno. Pero sin tener a mano a quien hacérselo notar seguí pedaleando hasta el final.

Horas después, ya en casa mientras me cambiaba, encontré el dichoso volante que había metido al bolsillo y que provenía de una organización ciclística llamada “Cicloaxion” cuyas metas eran velar por los derechos de los ciclistas y la promoción de medios de transporte no contaminantes… Aja! A estos les escribo dándole las quejas por el “Embotellamiento”… así lo hice y si bien obtuve alguna respuesta, en realidad no había mucho que reclamarles pues ellos no eran los organizadores del evento, así que ahí quedo la cosa hasta que….

Febrero 17 de 2008

había transcurrido una semana cuando recibí una inesperada invitación de “Cicloaxion” vía e-mail para participar ese domingo (en calidad de ciclista y no de fotógrafo) en la sesión fotográfica promocional para la revista Somos, de la “3ra Gran Bicicleteada Ciclonudista” que iba a realizarse el 08 de Marzo en las calles de Miraflores. Totalmente sorprendido empecé a hacer mis averiguaciones:

Y que cuernos es un Ciclonudista?
Como la palabra misma lo dice; un ciclista desnudo… Que más iba a ser!

Y por que montar bicicleta con las bolas al viento?
Pues en señal de protesta y claro manifiesto de lo desprotegidos que están los ciclotransportados ante los abusos, atropellos, e imprudencias de los conductores de vehículos motopropulsados (especialmente Taxistas y Combis) y la falta de infraestructura vial apropiada para este, cada día mas numeroso, medio de transporte y esparcimiento no contaminante. En pocas palabras para mostrar que los ciclistas se encuentran literalmente “desnudos ante el trafico”

Retomando el relato; Eso del ciclonudismo era algo que no me quería perder, así que se me ocurrió avisarle a mi amigo Arturo para que asistiera también a la sesión; Arturo Inga es el único de La Cofradía a quien ya convencí de comprar una bicicleta, pero aun no lo convenzo de que pedalee mas allá de la vereda de su casa. Lamentablemente… arrugo! o al menos así lo interprete cuando recibí un SMS diciéndome:

“ya se me hizo tarde, ya no llego”

Si claro! Como no!.. Vive a solo 8 cuadras del punto de reunión y aun faltaba media hora para la cita.

En fin!, llegue a las 9:30 a.m. a la puerta del estadio Monumental y ya habían unos 4 ciclistas esperando, varios minutos después llegaron los organizadores, el resto de convocados y el fotógrafo; unos 30 ciclotransportados en total. Algunas indicaciones y empezamos quitándonos los polos para que nos pintaran algunos lemas e iconografía alusiva en el cuerpo (hasta ahora no me sale la pintura “Biodegradable” de una huella de neumático cruzándome la espalda). Toda la actividad se realizo en medio de la vía publica, específicamente en la Av. Prolongación Javier Prado, a vista, paciencia y sorpresa de cuanto transeúnte y conductor circulaba bajo el dominguero sol, que quemaba mas fuertemente en aquellas latitudes del cuerpo donde jamás se ha usado bloqueador solar.

A pesar de no conocer a nadie, en los preparativos encuentro la tertulia amical, amena y agradable. Un ciclonudista, que llevaba por toda vestimenta una corbata pintada en el pecho, detiene brevemente la sesión fotográfica para “acomodarse el nudo”. Otro con un prominente y cervecero abdomen se niega a que le pinten sobre el mismo; “No al aborto”. La chica “Frágil” con la delgada capa de pintura de esa palabra como única cobertura de sus muy celebres y muy fotografiados senos; esta feliz de aparecer en el reportaje, siempre y cuando su mama no lea el periódico ese día.

Las primeras tomas en semidesnudo se hacen sin mayores problemas. Pero no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague; llega la hora y el pedido del fotógrafo, de algunos voluntarios para mostrar al mundo sus orgullos y/o vergüenzas (según sea el caso particular de cada ciclista). El pedido tiene acogida y la ropa no tiene lugar en las siguientes tomas; con la vereda como camarín, la vía publica como escenario y los transeúntes como platea; nos damos cuenta que literalmente “Con las bolas al viento” unos cuantos ciclonudistas detienen mas vehículos que 50 semáforos; un auto con tres tías cincuentonas sobrepara; gritan y se tapan los ojos para “ No ver” y además, para estar seguras de que “No vieron”; dan la vuelta y vuelven a pasar junto al grupo otras dos veces más.

Yo saco mi cámara y aprovecho para hacer unas tomas mientras pedaleaba en el grupo; la mano izquierda en el lente, la derecha en el disparador; un ojo en el visor y otro en el camino, alternando con cada pierna y vuelta de rueda; una rodilla en el timón y el otro pie en el pedal para conservar mi ubicación en el pelotón. No, no me saque la m…, pero casi!. Debo retomar mi idea original de montar una cámara en el marco de mi bicicleta, con un disparador remoto en el timón. (Ya es hora de inventar la Ciclografia)

Terminada la sesión y la exhibición; es hora de pedalear los 8 Km. en subida de regreso hasta mi casa por la carretera a Cieneguilla, a pleno sol de medio día y con la mochila de material sintético en la espalda; la pastosa pintura que aun llevo sobre la piel se disuelve con el sudor y calor corporal, y se hace una sola masa con el polo, la mochila, el periódico que había comprado temprano y la cámara fotográfica, formando una especie de pulpa gelatinosa multicolor que se adhiere fuertemente al cuerpo y me empieza a devorar lentamente conforme crece y se alimenta de mi sudor… Llegando a casa solo pude rescatar la cámara de toda esa masa gelatino – pegajosa, que una vez fría y seca, hasta ahora no he podido disolver.

Marzo 08 de 2008

Son las 10:00 a.m. en la bajada Balta de Miraflores y ya están presentes algunos participantes de la 3ra. Reunión Ciclonudista. Yo acabo de llegar, pero esta vez en calidad de fotógrafo y no de ciclista, me hubiera gustado hacer una nota más amplia del evento para Lima Freelance, pero lamentablemente el tema no encaja en la línea temática… (Encajará en la línea temática de alguien?).

Los ciclistas empiezan a llegar de todos lados, el grupo aumenta en número rápidamente; pronto unos 200 pedaleros de todas las edades y géneros, llenos de buenas intenciones, muchas razones y pocas ropas; empezarán la marcha Ciclonudista por las calles de Miraflores; promoviendo el uso de la bicicleta como medio de transporte no contaminante y en especial; tratando de sensibilizar a la gente, sobre todo a los imprudentes conductores de buses y taxis, para hacerles entender que ellos (los ciclotransportados) están desprotegidos en el tránsito urbano y enteramente vulnerables en un accidente; están, como ya dije antes, literalmente “desnudos en medio del tránsito”.

La organización y los preparativos se llevan en forma ordenada y sin mayores percances; cuerpos pintados, con lemas alusivos como

“si no hay solución, abajo el pantalón”

“En bici lloviendo o nevando, pero en auto… ni cagando!”,


llenan la playa de estacionamiento que sirve como lugar de concentración. Entre los participantes hay varias chicas con mucho que mostrar y poco lugar para esconderlo (afortunadamente) que alegran la mañana de cuanto transeúnte o curioso se asoma por el lugar.

Hora de la partida; ordenados frente a la rampa de salida con pronunciada pendiente hacia abajo de la playa de estacionamiento, se enfilan hacia la bajada Balta para iniciar el recorrido; los primeros ciclistas toman velocidad en la seguridad que el patrullero que resguarda la marcha, y que estaba abajo al final de la rampa, les despejaría el tránsito y… si, les despejó el tránsito, pero se metió en medio de la rampa para hacerlo!... (Primer caído de la mañana). Con el patrullero ya en movimiento sigue desfilando por la rampa el grueso de los ciclonudistas, hasta que… Una camioneta, presumiblemente de la prensa, que filmaba la marcha y que quiso hacer un acercamiento, se atraviesa de improviso en la salida delante de todos y ocasiona otro accidente que da como saldo dos ciclistas caídos y una puerta abollada por calzado contuso contundente. En realidad; abollada no necesariamente por casualidad, bueno; cualquiera se enoja ante tal imprudencia!... no?.

Yo me pregunto, de la frase “La marcha es en protesta por la imprudencia y falta de respeto hacia los ciclistas, por parte de los conductores de vehículos automotores”, qué parte no entendieron? Sólo faltaba que a ambos, patrullero y camioneta, alguien les pintara a los lados “ L.q.q.d.” (Lo que queríamos demostrar).

En fin, la bicicleteada continúa y allá van las protestas, las buenas intenciones, los justos reclamos, las razones, los ciclistas, sus bicicletas y… unas muy, pero muy lindas tangas ciclotransportadas!

En la imposibilidad de seguirlos por falta de bicicleta, me quedo en el lugar; en cuclillas guardando mi cámara y lentes… de pronto una sombra reflejada en el pavimento se aparece ante mí; al levantar la mirada (y la cámara) veo a contraluz a un respetable señor con más años que rayos en los aros de su “montañera”, y que señalando hacia la bajada me pregunta; “¿por ahí se fueron?”. Realmente envidiable, me terminó de alegrar la mañana!.



Texto y fotos; © Carlos Gracia Granthon
Todos los derechos reservados

martes, 22 de julio de 2008

Una Bicicleta en Casa

Diciembre de 2007


- Estoy gorda?
- No mujer, no estas gorda
- Pero me veo gorda?
- No, no te ves gorda
- Seguro que no me veo gorda?
- No gorda… digo, mujer!, no estas gorda; estas… estas hinchándome las pelotas con esa misma cantaleta todos los días!

La Navidad estaba a tiro de piedra, o mejor dicho; a vuelta de almanaque y mi esposa tenia metida entre ceja y ceja la idea de que necesitaba matricularse en un grupo de spinning para reducir su “Gordura”, gordura que solo ella podía percibir y que, cada noche frente al espejo, se empecinaba en que yo bíblicamente negara tres veces antes de que cante el gallo

Con un muy remoto pasado ciclístico en mi haber; habían transcurrido no menos de 25 años desde la ultima vez que me subí a una bicicleta, supuse que eso del spinning y de pedalear una hora bajo techo, teniendo por todo paisaje un muro gris por delante y por todo aire fresco las exudaciones de los demás compañeros de clase; podría resultar mas aburrido y frustrante que chupar un clavo, y seguramente en pocas semanas la ficha de matricula terminaría junto a las mancuernas, la colchoneta, el Abslimer, la soga, los parches adelgazantes, las píldoras reductoras, las cremas mágicas, las fajas osmóticas, los recetarios de dieta y cuanta parafernalia antigordura hay repartida por toda mi casa, y que ordenadas y sumadas hacen toda una buena crónica de los últimos 18 años de matrimonio. Solución; le regalo una bicicleta por Navidad y así mato dos gordas… digo, pájaros de un solo tiro!

Con mucha suerte y poca dificultad conseguí una buena bicicleta pistera de mujer. Si, tenia que ser de mujer, si no ella me iba a decir que la compre para solo salir del paso y quedar bien, pero como pretexto para usarla yo. Como sea que faltaban unos días para noche buena, la escondí en un pequeño taller que tengo en casa y cuando mi esposa no estaba; empujado por cierta insondable nostalgia ciclística, la sacaba para darme un paseito de cuando en cuando. No fue necesario darle muchas vueltas al pedal para darme cuenta que los años no pasan en vano y la primera vez que quise subir los escasos 400 metros de cuesta que hay desde la carretera a cieneguilla hasta mi casa, literalmente llegue escupiendo los pulmones y con las venas de las sienes latiéndome como si me fuese a transformar de hombre a bestia. Aunque mi esposa asegura y pregona que esa transformación ya se dio el día que nos casamos.

La navidad llego y el regalo fue entregado con gusto y recibido con sorpresa, pero… y yo? Ahora que ya le estaba agarrando el ritmo… Uhmm… además no la voy a dejar salir a pedalear sola, no?, algo le puede pasar… si!, tengo que conseguirme una bicicleta para mi también.

Mientras yo, con mas ansias que presupuesto, buscaba una bicicleta para mi; ya la noticia del regalo había corrido y mi anciana y decrepita madre, a sus 70 octubres cumplidos, había convencido a mi no menos anciano y decrepito padre de que le compre una “Montañera” para ir a comprar el pan. Ahora habían dos mujeres sobre ruedas y dos hombres buscando desesperadamente una bicicleta.

Un par de semanas después, en una bicicleteria de barrio encontré, en situación de abandono moral, una antigua pistera de buen linaje que mi hizo recordar a mi vieja Norman de piñón fijo que me acompaño en mis aventuras ciclísticas de adolescencia; la compre y tras unas cuantas horas de trabajo quedo casi como cuando Dios, el fabricante y el distribuidor (en ese orden) la trajeron a este mundo o mejor dicho; a este país.

Pintada de color oro viejo, como mi primera bicicleta, la primera vez que la monte me sentí transportado a aquellos años de correrías juveniles en que la vida era mas sencilla y un par de pedales le daban a uno la libertad de ir a donde quisiera con entera independencia. Sin imaginar en ese momento que sobre esa bicicleta, en los siguientes meses, viviría aventuras y anécdotas en número suficiente como para escribir este blog y quien sabe en el futuro publicar un libro.

Texto y fotos: ® Carlos Garcia Granthon

Todos los derechos reservados